Como en casa

Mi blog vio la luz, el día 18 de octubre de 2012... Y vuelve a renacer hoy 13 de febrero de 2023. Espero que cuando me visiten se sientan como en casa, con la confianza de opinar sobre cualquier post, artículo o reseña. Se aceptan comentarios, correcciones y críticas siempre que sean escritas con educación, espero alimentarme de ustedes y viceversa. Creo en el continuo aprendizaje... aprendamos juntos.

jueves, 20 de mayo de 2021

Liberado... al fin

Anastasia y Christian... Christian y Anastasia

Primero llegó la inocente señorita Steele y nos contó como entró en su vida el Sr. Grey cómo descubrió más que el sexo convencional, el sexo duro. Pero el amor la alcanzó y ella apostó por ese hombre lleno de complejos, miedos y dolor... 

En boca de todos estuvo el revuelo CINCUENTA SOMBRAS, una historia contada en primera persona por Anastasia, la protagonista.

Una historia que llegó a la gran pantalla y que para muchos gustó y para muchos otros no tanto... Como se dice, para gustos los colores.




Pero no contentos con todas las sombras que nos desveló Anastasia, muchas querían conocer como vivió y sintió Grey su historia de amor. Por esa razón, la escritora escribió GREY y MÁS OSCURO, los mismos libros que CINCUENTA SOMBRAS Y CINCUENTA SOMBRAS MÁS OSCURAS..., pero con una diferencia muy importante, la historia ahora la contaba Christian, el protagonista.

Los diálogos son exactos puesto que es la misma historia..., pero los pensamientos, las sensaciones, los recuerdos, las vivencias..., son diferentes porque las cuenta Grey. 
A mí, particularmente, me ha gustado mucho más la historia contada por él, su visión de Anastasia, sus sentimientos, su confusión, su odio hacia si mismo... 
Sus cincuenta sombras contadas por él.


Hemos tenido que esperar más de 3 años para que el próximo 4 de junio salga LIBERADO, el último capítulo de la historia de Grey y Anastasia, contada por él... 
Podremos comprobar lo que sufre por culpa de Jack, sus remordimientos al comprender lo que Elena le hizo... su miedo a ser padre... su miedo a perder a la única mujer que fue capaz de acabar con sus sombras y derrumbar la muralla que protegía su corazón. La mujer que le enseñó a amar, a perdonarse, a quererse y a comprender que tenía derecho a ser feliz.

Grey, Más oscuro y Liberado es la historia de un niño traumatizado por los abusos y malos tratos, un adolescente lleno de odio, autodestructivo, marcado por el control sexual... y, un hombre que necesitaba controlar todo a su alrededor para sentirse seguro. 
Un ser humano lleno de miedos, oscuridad y, sobre todo, de rencor hacia él.

Deseando leer el desenlace...













Cita 48




Estaba por tirar la toalla, nunca imaginó que sería tan difícil conocer a alguien. Si aceptaba a alguno de los que le habían dado un “match” a su perfil y decidía tener otra cita, sería la número cuarenta y ocho.

Sentada delante de su ordenador, Lara abrió por enésima vez la página a la que sus amigas la habían apuntado. Empezó a revisar los corazones que tenía, eso demostraba quienes estaban interesados en ella. Un poco desganada y sin esperanzas de encontrar a alguno que le llamara la atención, seguía pasando fotos y mirando perfiles hasta que el sonido de su móvil la distrajo. Miró el mensaje recibido y no pudo evitar sonreír al leerlo, era su amigo del alma, ese hermano que nunca tuvo y siempre necesitó, su apoyo en momentos difíciles y su compañía en los instantes que decidía soltarse la melena. Mientras le contestaba y comentaba lo que estaba haciendo, escuchó el sonido de un nuevo “match”. Soltó el teléfono y miró, por curiosidad, quien era la persona que acababa de darle un “me gusta”.

Un hombre con una sonrisa que no sabría cómo definir: misteriosa..., sensual..., seductora, o todas las palabras a la vez; se olvidó de su amigo y empezó a leer. Se llamaba Javier, tenía cuarenta y ocho años, curiosa casualidad, pensó con una sonrisa. Le sorprendió que se explayara en describirse y, sobre todo, en lo que buscaba en una mujer, no era lo habitual.

Lara no pudo más que aceptar que estaba intrigada, miraba la foto y no sabía qué hacer. Después de todas las citas fracasadas estaba decidida a cerrar su cuenta y olvidarse de toda esa tontería. Estaba convencida de que era rara y muy exigente, por eso, cada vez que había quedado con alguna de sus citas, al final no había conseguido encontrar esa conexión con la que soñaba desde muy joven.

Su mirada seguía atrapada en esa imagen, esos ojos oscuros y esa sonrisa..., había algo en él que la atraía y decidió que sería el último, por lo que le devolvió el me gusta. Estaba nerviosa y ansiosa a partes iguales, se preguntaba ¿Qué lo habría atraído de su perfil?

Aunque seguía creyendo que eso no era para ella, había continuado intentándolo cita tras cita y fracaso tras fracaso. Lara necesitaba además de un compañero afín..., algo más, pasión por la vida, ganas de experimentar en todos los niveles, sobre todo a nivel íntimo.

Era algo que nunca había encontrado en sus dos parejas anteriores y por ello las relaciones se enfriaban hasta acabar. Sabía que sus ex pensaban que era muy oscura en su forma de ver y sentir el deseo, pero estaba convencida de que eso no era verdad..., tan solo era intensa.

Quería juego, pasión, sensualidad y entrega total. ¿Habría alguien que deseara lo mismo? ¿Un hombre que buscase esa conexión a todos los niveles? No lo sabía, pero deseaba encontrarlo con todas sus fuerzas y por esa razón había aceptado esa locura de sus amigas.

El timbre la sacó de sus pensamientos mientras continuaba mirando las fotos de Javier, se levantó y abrió la puerta. Martina llevaba una bolsa de Starbucks y la boca se le hizo agua, la dejó pasar arrebatándole ese tesoro al entrar. Para Lara era su perdición, una adicta confesa a todo lo que había en esa cafetería.

—Como te quiero Tina..., esto era exactamente lo que necesitaba.

—¿Qué haces así vestida, todavía? —preguntó Martina.

Lara se giró para mirarla mientras saboreaba su café latte, sus ojos se abrieron espantados al recordar.

—¡Mierda! Lo había olvidado. Dime el lugar y allí estaré, dame una hora. Lo siento, pero ustedes tienen la culpa al meterme en esa página de citas. —se quejó.

—Ya hablaremos de eso —espetó indignada Tina—. Ahora arréglate, recuerda que es la inauguración de un club de espectáculos. Menos mal que soy amiga del dueño y me ha dado entradas gratis. Hoy tienen aforo limitado. —explicó mientras se dirigía a la puerta— No tardes, habrá un show erótico.

—Pásame la dirección por WhatsApp y deja de refunfuñar.

Lara se quedó sola y sonrió, Tina era la madraza, siempre preocupada por las demás. Regresó al salón bebiendo poco a poco su delicioso café y se sentó. Tenía que cerrar el ordenador y correr a la ducha. Antes de cerrarlo se dio cuenta de que Javier había escrito, leyó detenidamente el mensaje y aunque se sorprendió, en el fondo le encantó que fuera tan directo. Quería una cita ya, nada de charlas por el chat o por el móvil, no. Él quería que se vieran cara a cara, bueno, esas no habían sido sus palabras exactas..., deseaba verla, así de simple. Sin florituras, ni rodeos, ni zalamerías, tan solo dos palabras:

“Quiero verte”

Suspiró y le contestó que también quería verlo. Se sentía nerviosa y excitada a partes iguales. Sabía que tenía que cortar porque tenía el tiempo justo, pero es que no quería dejarlo colgado y como veía que él no escribía nada..., en un impulso alocado decidió escribirle la dirección, su número de teléfono y decirle que estaría en ese lugar esa noche. Que fuera él quién tomara la decisión. Cerró y salió corriendo al baño, antes de arrepentirse de ese arrebato.

                                                                      *****

Javier estaba mirando la pantalla del ordenador sin dar crédito a lo que leía. Lara había aceptado lo que era casi un reto y, no solo eso, había lanzado el suyo. No iba a dejar pasar la oportunidad. Guardó el número en su móvil y le escribió un mensaje:

“Estaré allí, aunque sea el último en entrar”

No tenía paciencia para esperar el momento perfecto, por ese motivo era siempre tan directo y por esa razón no solía tener éxito con las mujeres. Llegó al lugar indicado sin saber si ella estaría dentro o haciendo cola para entrar. Se acercó a la puerta y un hombre corpulento lo miró con cara de pocos amigos. Pasó de él porque no daba crédito a lo que estaba leyendo, era algo gracioso y a la vez extraño. Nunca había creído en las casualidades, pero es que eso era demasiado... “Club 48”.

Averiguó, que al ser el día de la inauguración solo podrían entrar cuarenta y ocho personas y que las cinco primeras eran reservas, por lo tanto, la fila empezaba por el seis. En ese momento decidió que sería el último. Se giró y caminó despacio mientras iba contando, cuando llegó al lado de esa persona le preguntó cuánto quería por dejarle el lugar. Nada ni nadie impedirían que se reuniera con Lara.

                                                                      *****

Llegaba tarde, se repetía una y otra vez al bajarse del taxi, pero es que después de arreglarse en un tiempo récord se había quedado en shock cuando leyó el WhatsApp que había escrito Javier. Estaría allí. Era una locura, pero había sentido esa conexión. Era instintivo, no podía explicarlo, pero era así. Su móvil empezó a sonar y contestó sin mirar la pantalla. Mientras le decía a Martina que estaba llegando se fijó en la larga fila que había para entrar, estaba tan nerviosa que no quiso mirar a la gente. Sabía que alguno de los hombres de esa larga cola era él y no quería verlo así.

Llegó a la entrada donde sus dos amigas la esperaban, pero antes de decir nada se fijó en el cartel enorme que colgaba en la puerta y empezó a reírse..., tenía que ser una broma.

Todos la miraban y sus amigas se acercaron a preguntar que le pasaba, pero Lara solo podía reír hasta que sintió un escalofrío recorrer su espalda, observó la larga cola de gente y así de simple…, él, era el 48 de la fila, ella lo sabía.

Apartó a Martina y Ana de la entrada y les explicó de manera concisa lo que estaba ocurriendo. Ambas miraban la fila de gente y luego a ella sin dar crédito a lo que les estaba contando. Les pidió que entraran y que cogieran dos mesas. No muy convencidas de lo que Lara les pedía ambas entraron, todo les parecía un despropósito.

Esperó pacientemente a que fueran entrando uno a uno las personas que estaban en esa larga fila que sabía, terminaría en el número cuarenta y ocho. Uno de los porteros le preguntó si iba a entrar o no, a lo que contestó que estaba esperando a alguien. Cuando iban quedando pocos se fijó en el último, caminaba con total seguridad en sí mismo. Era más alto que ella, bueno, eso era un eufemismo porque cualquiera sería más alto, aunque llevara tacones de aguja. Pero Javier era alto, muy alto. Vestía de manera casual: vaqueros negros, camiseta blanca y una chupa de cuero llena de parches. Era el prototipo de chico malote y Lara tembló cuando sus ojos se clavaron en los suyos. Se acercó a ella y le tendió la mano.

—Hola, Lara.

Su voz ronca la sedujo y esa sonrisa la dejó temblando de excitación. Se aferró a esa mano extendida y el calor de su piel la traspasó entera. Javier le susurró cerca del oído:

—Eres perfecta. ¿Lo sabias?

—¿Esto quiere decir que estamos locos? —preguntó ella a su vez.

—Y no es eso lo que buscamos los dos..., locura. —afirmó— ¿Entramos?

Sin soltarle la mano entraron juntos al club. La decoración era un sueño erótico hecho realidad. Velas, cortinas rojas, gasas de tul adornando los centros de mesa, paredes llenas de cuadros cada uno más atrevido que el anterior, pero todo el conjunto a la vez rezumaba elegancia y sofisticación. Reinaba el buen gusto en todos los detalles: candelabros, centros de rosas rojas y blancas, copas de la mejor calidad, camareras y camareros vestidos de negro y blanco. La pureza y la corrupción en un solo lugar. Los colores reinantes eran el rojo, blanco y negro..., definían muy bien lo que ofrecía el local: sensualidad, misterio y elegancia.

Lara divisó a sus amigas y las saludo con la mano libre. Javier no la soltaba en ningún momento. Lo curioso era que se sentía cómoda y segura.

Hizo las presentaciones y las chicas parecieron calmarse cuando conocieron al hombre misterioso. Las mesas estaban una al lado de la otra y podían hablar sin tener que gritar.

Javier y Lara se sentaron en la pequeña mesa y pidieron sus copas a la camarera que se les acercó. Un poco más relajada, Lara le explicó lo gracioso, pero a la vez misterioso del número cuarenta y ocho en toda esa historia. Él no sabía que esa era su cita cuarenta y ocho y ella no recordaba que él tenía cuarenta y ocho años. Los dos estaban cómodos, pero a la vez sentían esa tensión sexual que los rodeaba, creando como un círculo invisible que los mantenía alejados de todo lo que ocurría en el club. Javier se acercó más a ella y le pidió:

—Ve al baño y quítate las bragas. ¿Te atreves a jugar aquí y ahora? —provocó de manera tentadora.

Sin decir nada, Lara se levantó y se fue al servicio. Cuando estaba dentro se miró al espejo y observó con sorpresa su rostro. Sus ojos azules brillaban con intensidad, su piel clara relucía, toda ella resplandecía y era por él. Se mojó los dedos con agua fría y se recogió su cabello negro hacia un lado para mojarse el cuello y refrescarse un poco. ¿Había aceptado jugar ese juego en la primera cita? Sí, eso era lo que buscaba: intensidad, pasión, aventura. Entró en el aseo y se quitó el tanga negro, se bajó la falda y se encaminó muy decidida a vivir esa experiencia.

Llegó junto a la mesa, miró a Javier que sonreía igual que en la foto de su perfil, con esa picardía misteriosa que era tan atrayente. Se sentó sin darse cuenta de que Martina y Ana no perdían detalle de lo que ocurría entre ellos. Las luces se fueron apagando y los focos se centraron en el escenario. Javier había acercado su silla a la de Lara, sus piernas se rozaban y gracias al mantel largo y a las luces tenues, nadie podía ver, sin estar observándolos, nada de lo que ellos decidieran hacer.

La mano derecha de Javier se posó en la rodilla izquierda de Lara, se quedó allí irradiando calor por todo su cuerpo. Mientras miraban el escenario donde una pareja realizaba un baile cargado de sensualidad. Sus lentas caricias al compás de la música hacían del show un espectáculo hipnótico. Parecían flotar.

 Javier fue subiendo su mano en una suave caricia que iba creando una excitación salvaje en Lara, en el momento en que sus dedos tocaron su sexo, ella sintió que el mundo giraba a su alrededor. Era una sensación embriagadora. Sentía como la estimulaban esas caricias atrevidas mientras el baile en el escenario se volvía más erótico y, cuando estaba llegando al momento culminante, Javier le giró el rostro con su mano libre y la besó para tragarse su gemido al llegar al orgasmo. Lara clavó sus uñas en el muslo al sentir como su cuerpo vibraba entero.

Él se retiró un poco para ver su rostro y sin dejar de observarla se chupó los dedos que habían hecho magia en su cuerpo. Ambos sentían que solo acababa de empezar esa aventura. Las luces se encendieron al terminar el baile y, entretanto los demás aplaudían, ellos solo se miraban. De mutuo acuerdo decidieron seguir en otro lugar, se despidieron de las chicas que sonreían al verlos marchar.

Cogieron un taxi y decidieron ir a casa de Lara, ella les mando un mensaje a Martina y Ana para que supieran donde iban. Javier le cogió la mano y se la llevó a los labios, le dio un beso y luego mordió cada uno de sus dedos haciéndola arder como nunca lo habían hecho en sus cuarenta años. El sonido de un mensaje la sacó de su ensueño, tomó el móvil y leyó:

“Sabíamos que sería perfecto para ti. No pensarías que íbamos a dejar que te fueras con cualquier loco, ¿verdad? Perdona el engaño Lara, pero estábamos seguras de que ibas a dejar la página de contactos y habíamos conocido a Javier en una cena de negocios. Le hablamos de ti y él enseguida se interesó por conocerte... Decidimos que lo hiciera de esta manera. Ahora sí, no tenemos nada que ver con esa casualidad con el número cuarenta y ocho. Eso se lo dejaremos al destino, disfruta amiga”

Sin palabras, le pasó el móvil a Javier y él sonrió al leer el mensaje, soltó el teléfono y le cogió la cara con las dos manos. La besó con suavidad y murmuro:

—No importa el cómo, lo que importa es que nos hemos encontrado. Vivamos la mejor aventura de nuestra vida, Lara.

Ella le devolvió el beso.

No importaba nada más... solo vivir cada día intensamente.