SINOPSIS:
Él debe encontrar la redención en el más improbable de los
dormitorios…
En la Inglaterra Victoriana, todo tipo de depravaciones
pueden ser compradas y Matthew, el conde de Wallingford, se asegura
de obtener beneficio de cualquier placer posible. Aburrido y cansado, tan
famoso por su fiereza como por sus relaciones inmorales con bellas mujeres.
Mientras esas numerosas relaciones llenan las necesidades
físicas de Matthew, en realidad lo dejan embotado y vacío emocionalmente. Hasta
una noche, cuando es golpeado y se encuentra con los ojos vendados al cuidado
de una mujer con voz de ángel, con un toque suave que calma la oscuridad en su
interior y lo hace ansiar más, mucho más de ella.
Es Jane Rankin, una humilde enfermera, considerada tímida y
sin atractivos por la mayoría. No hay lugar para ella entre los lores y ladies
de la aristocracia, a pesar del creciente deseo de Matthew por el fuego que
quema debajo de esa seria fachada; entonces, aparece el secreto de Matthew. Un
secreto tan humillante y escandaloso que podría destruir a todos los que ama.
Un pecado, él cree, que ni el amor de una buena mujer puede extinguir.
OPINION:
Amigas, esta es una historia que siempre recomendare, una historia diferente, una historia que te llega al corazón. Aqui os dejo un fragmento.
FRAGMENTO:
Ciegamente,
Jane se fue y oyó la puerta cerrarse tras ella. Se encontró acomodada en un
sofá, sus hombros temblaban de tensión y dolor auto infligido. ¿Por qué? ¿Por
qué había ido esa noche? ¿Había pensado en asistir y no sentir nada? Ella
realmente creyó que sería un desperdicio prepararse para pensar en él solo como
un amigo. ¿Podía pensar en el tiempo juntos, como en un período de
esclarecimiento sexual?
Ingenuamente
jadeó y sofocó un sollozo. Ella no pensaba en aquellas cosas. Sollozó entonces
con un pequeño y estrangulado sonido, cubrió su boca y se recostó de lado
porque así podía apretar sus mejillas en la curva del brazo del sofá y permitió
que sus lágrimas, gordas y fervientes, se deslizaran por sus mejillas.
La puerta se
abrió y lanzó su mirada allí, solo para ver a Matthew apoyando la espalda en
ella cerrándola firmemente. Sus miradas se encontraron y entonces, de repente,
estaba en sus rodillas, ante su cuerpo, su rostro apretado a sus faldas
mientras frotaba las mejillas contra sus muslos.
—Estoy en el
infierno —gimió y sus dedos se pegaron a la seda sobre sus piernas—verte hoy
por la noche ha sido la salvación de mi agonía.
Irguiendo su
rostro del brazo del sofá, se curvó sobre él, besando la cima de su cabeza,
corriendo sus manos por su cabello alborotado.
—Cuando, Jane…
—preguntó con la voz áspera llena de emoción —¿Cuándo miraré hacia ti y te
pensaré como una amiga? ¿Cuándo te veré y no sentiré mi cuerpo endurecer y
doler por estar dentro de ti?
Sus manos
calientes se deslizaron debajo de su trasero y serpentearon sus curvas bajo las
faldas de manera que podía deslizar sus dedos por los tobillos y deslizarlos
hacia arriba por las medias que cubrían sus piernas.
—Matthew.
—ella susurró frágilmente pasando una mano inestable por su pelo.
—Dios me ayude
Jane —lloró él acercándola para enterrar el rostro en su regazo.
—¡No puedo
hacer esto! ¡No puedo dejarte ir! Abandonaría a mi pequeña Sarah en el desierto
por tenerte. Te lo juro, te necesito como necesito el pequeño pedazo de cielo
que me puedes dar... ¿Qué tipo de hombre soy?—dijo.
—¿Quién soy
yo? —preguntó ella frágilmente cuando sus dedos apretaron sus muslos,
dividiéndolos, exponiendo su brillante necesidad de él. —¿Qué tipo de mujer
soy, que podría desear, esperar que hicieses tal cosa? ¿Qué tipo de maldad
temeraria tengo que te transformaría a ti, un hombre honrado, en la carcasa de
él mismo, todo por una pasión ilícita y pecaminosa?
—Nunca
ilícita, —susurró él mirándola. —nunca pecaminosa. Solo amor apasionado.
La miró y vio
la humedad brillar en sus ojos.
—Nunca amé a
nadie antes de ti, Jane y no voy a amar después.
La necesitaba.
Ella lo sintió en sus tensos hombros. Lo vio en sus ojos. Lo oyó en sus
palabras. Lo sintió en sus dedos temblorosos. Y ella lo necesitaba
desesperadamente.
Él estaba de
rodillas ofreciéndose, su mano temblaba cuando le dio algo que ella quería. Lo
agarró, lo cogió de la cintura y lo envolvió en sus brazos.
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