Como en casa
viernes, 31 de mayo de 2024
DESCARGA GRATIS DEL 31 AL 2
domingo, 19 de mayo de 2024
¿Qué buscan en un blog de novela romántica?
Hola a todas y todos los que visitan mi pequeña casa virtual. Sé que la tengo muy poco atendida y, por ende, a ustedes también, pero la vida y sus vueltas que nos hacen desaparecer por momentos.
Hoy no vengo a contarles ningún rollo, hoy solo vengo a plantearles una pregunta muy importante. ¿Por qué? Sencillo... porque este blog se creó para ustedes y debo subir entradas que sean interesantes y atractivas.
Es por eso que el título de esta entrada es:
¿Qué buscan en un blog de novela romántica?
No sé si responderán o no a esta pregunta, tan solo espero que se animen y me digan que les gustaría encontrar en este blog.
Estaré encantada de complacerles y así dar vida, otra vez, a este pequeño rincón virtual donde nos gusta leer sobre novela romántica en todos sus géneros.
Aquí les dejo un resumen de mis pequeños que pueden encontrar en Amazon:
Amazon
miércoles, 15 de mayo de 2024
¡SUPER PROMOCIÓN!
¡Hola a todas y todos!
Les traigo una promoción increíble...
Del 17 al 20 de este mes pueden descargar gratis en Amazon las siguientes historias:
- Relatos cortos eróticos, compuestos por 3 relatos intensos y muy explícitos.
- La Novela Más que Juegos... la historia de los protagonistas de los juegos eróticos de Charles y Elisa
- La novela corta o relato largo... Menos... es más.
miércoles, 10 de mayo de 2023
La reina Carlota y el rey Jorge (Realidad versus ficción romántica)
Debo confesar que la serie Bridgerton es una de mis favoritas desde hace muchísimo tiempo... más de 10 años hace que tengo los libros, no sabría decir cuántas veces los he releído. Todos me han gustado, pero tengo mis preferidos... un día, contaré cuales son y por qué.
Hoy en cambio quiero hacer una entrada sobre esta precuela que ha hecho Netflix y de la que esta ya en preventa la novela escrita a 2 voces, por Julia Quinn y Shonda Rhimes.
Parafraseando el título de la obra de Oscar Wilde: La importancia de llamarse Ernesto (Os recomiendo la película). En este artículo, diría...
La importancia de la frase: Basada en la novela de...
Es importante, porque si esperas encontrarte una historia igual a las novelas, querido lector y lectora, te vas a llevar un chasco. Mi consejo para quienes aún no han visto la serie y han leído los libros es:
VER LA SERIE COMO ALGO INDEPENDIENTE
Así la vais a disfrutar, de otra manera las comparaciones son odiosas... no digo más. Han tomado lo que más les ha gustado de los libros y han creado un guion que ha tenido mucho éxito.
Netflix sencillamente a hecho una adaptación partiendo de las historias que escribió Julia Quinn. El primero de los libros, El Duque y yo, se publicó el 5 de enero del 2000 y el último, Buscando esposa, se publicó el 27 de junio del 2006.
Unas novelas que gustaron mucho en su día y gracias a su adaptación en la pantalla chica, han sido un nuevo descubrimiento para muchas lectoras...
Esto ha hecho que la romántica histórica resurja y por ello este de moda. Además, para los que amamos este género es un dato positivo.
Es bueno que ocurran cosas como esta para que dejen de tratar a la romántica como si no fuera literatura, o como si fuera literatura barata.
Pero mejor... Vayamos al meollo del asunto a tratar...
Y aquí es donde surge la magia...
De unas historias escritas hace más de 20 años... nace una serie y en ella un personaje toma fuerza y relevancia. Y Julia la escritora y Shonda la guionista deciden contar la historia de Carlota y Jorge III.
Dos personas destinadas a casarse porque era más su deber que otra cosa... lograron un matrimonio bien avenido a pesar de los trastornos mentales de Jorge. De esa unión nacieron 15 hijos, pero dos fallecieron.
La Reina Carlota y el Rey Jorge III |
Os invito a leer literatura romántica.
martes, 2 de mayo de 2023
domingo, 16 de abril de 2023
Disponible en Amazon - MÁS QUE JUEGOS - La historia de amor de los personajes de Los juegos eróticos de Charles y Elisa
Esta es la esperada historia de Charles y Elisa, los protagonistas del libro de relatos...
Los juegos eróticos de Charles y Elisa
Sinopsis de Más que juegos:
En los juegos
eróticos de Charles y Elisa, nos adentramos en su universo privado, donde nos
permitieron vivir, junto a ellos, sus fantasías sexuales y sus juegos íntimos.
Ahora nos contarán su historia.
Después de un año de intenso placer y disfrute de los sentidos,
ambos siguen sintiendo una pasión irrefrenable; unida, también, a una confianza
absoluta el uno por el otro.
El amor se sumará a esa ecuación, llegando a sus vidas y
complementando una atracción explosiva. Pero la maldad de terceras personas intentará
destruir la confianza que se tienen, dañando un sentimiento frágil que ninguno
de los dos quiere aceptar.
¿Lograrán separarlos o ese sentimiento llamado amor será más fuerte?
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Buscando, buscando... acabé encontrando
«¿En qué momento pasé de desear que me
tocara la lotería a desear conseguir un trabajo?», eso me preguntaba, mientras
me dirigía a la cola del paro.
Empezaré
presentándome, mi nombre es Eulalia Ferrán ―odio ese nombre―, pero a partir de
este momento, solo soy Eula; ruego y suplico encarecidamente, que borren de sus
mentes el nombre con el que fui bautizada.
Se
preguntarán, ¿a quién debo el honor de llevar ese «hermoso» nombre?, entiéndase
como sarcasmo total, lo de hermoso. Pues a mi querida y santa abuela materna,
Sinforosa Torres, que tenía por costumbre elegir los nombres del santoral,
tocara el que tocara. Y tuve yo la suerte de nacer el 12 de febrero, día de
Santa Eulalia. Mi hermana, en cambio, tuvo más suerte que yo, nació el día de
Santa Verónica; en fin, solo puedo decir, que en el momento en que fui lo
suficiente mayor para ser consciente del horror de nombre que tenia, bueno, al
menos a mi me lo parece; decidí que sería Eula, que es el menor de dos males.
Quien
me lo iba a decir a mí, yo, la primera de mi promoción de Ingeniería de
Alimentos, graduada con las mejores notas. Aquí estoy, dirigiéndome a la cola
del desempleo. Todavía no he podido asimilar mi despido, es que fue tan
inesperado, además, eso no se hace nada más incorporarte de las vacaciones, es
cruel e inhumano. Aún puedo escuchar las palabras del Sr. Rodríguez, para los demás, mi exjefe.
Me llamó a su despacho y dijo:
—Señorita
Ferrán, usted sabe que estamos atravesando momentos difíciles debido a la
crisis económica. La compañía ha experimentado una bajada notable en las ventas
de nuestros productos, lo cual repercute en detrimento de todos los
departamentos de la fábrica ―expuso muy serio.
—Soy
consciente de ello señor Rodríguez, y si necesita que nos apretemos el
cinturón, por mi parte, estoy más que dispuesta a estudiar posibles mejoras en
el rendimiento del departamento de calidad. Sabe que adoro mi trabajo —mentí
como una bellaca.
Mi
jefe, ahora ex, me miró con cara de circunstancias, pero yo ingenua de mí, no
supe ver lo que se avecinaba.
—Agradezco
sus palabras, pero lamento tener que decirle, que vamos a rescindir su
contrato. —Me miró a los ojos, y sin anestesia previa, me soltó esa bomba.
Blanca
como la nieve me quedé, aunque yo juraría que más blanca aún, porque mi jefe se
levantó precipitadamente de su silla y empezó a abanicarme. Al parecer, tuvo
miedo de que me desplomara en su oficina.
Después
de sufrir la humillación de tener que aceptar un despido que yo no quería, y
recoger mis escasas pertenencias, de la que fue mi minúscula oficina. Regresé
cabizbaja a mi muy pequeño piso alquilado. Lo primero que tenía que hacer, era
arreglar los papeles del desempleo, para poder cobrar la prestación a la que
tenía derecho por haber trabajado durante seis años, en esa fábrica.
Me
puse mi ropa de domingo, o sea, mi viejo chándal de andar por casa y
espatarrada en el mini sofá de mi salón, empecé a pensar, «estoy en el paro,
parada, sin curro, sin chamba…» Y así sucesivamente, hasta que fui
consciente de mi triste situación. Como hago siempre que estoy preocupada,
empiezo a hablar conmigo misma en voz alta, como dicen que hacen los locos… «¿Estaré
yo loca?», me pregunto muchas veces.
―Eula, debemos centrarnos en el problema
inmediato, por eso lo mejor es hacer una lista. ―Tomé lápiz, papel y
escribí:
Pasos necesarios después de un despido
sorpresa:
1.
Inscribirte en la oficina de empleo, más
conocida como, apuntarte al paro.
2.
Solicitar la prestación por desempleo,
más conocida como solicitar el paro.
3.
Actualizar tu currículo, o sea, hacerte
uno, si no lo tienes o nunca te lo has hecho.
4.
Enviar varios currículos a empresas en
las que estés interesada, o sea, levantar el culo desde temprano y patearte las
calles, repartiendo currículos, en busca de curro.
5.
Rezar a los hados y desear que pronto
aparezca «el trabajo», sí, que aparezca, porque por más que lo buscas no
lo encuentras.
6.
Y por último, ya desesperada… JUGAR A LA
LOTERÍA.
Yo,
que soy más lista que nadie, decidí empezar por el sexto… Tejiendo fantasías
sobre lo que haría con la millonada que me iba a tocar. Al menos, todavía soñar
es gratis.
Después
de echar la lotería, me dirijo a la oficina de empleo con mi carpeta rosa de la
suerte, donde llevo mi documentación. De más está decirles que la suerte de la
carpeta se fue con viento fresco a otra parte.
Me
voy acercando después de caminar casi cuatro calles completas, porque no
encontré otro lugar donde aparcar mi coche de juguete; vamos, que el de Ken, el
novio de barbie, es más grande. ¡Ya lo sé!, soy un poco exagerada, bueno vale,
muy exagerada.
A
lo que iba, estoy llegando a la oficina de empleo y cuando me quedan unos pocos
metros, diviso a lo lejos una cola que daba la vuelta a la manzana. Me detengo,
y horrorizada mi mente grita: «¿¡¡Qué es eso!!? Pues qué va a ser», —le
contesto bastante borde—; «que tenemos aquí para hartarnos».
Con
paso lento llego y, muy lanzada pregunto a la última persona de la fila:
―Disculpe,
¿está es la única cola? ―le sonrío con mi mejor sonrisa.
―¿Es
que acaso ve otra? ―dice la simpática mujer.
―No
estaba segura, por eso lo preguntaba ―respondo con educación y otra de mis
mejores sonrisas, mientras mi mente despotrica de lo lindo sobre la educación
de ciertas personas.
―Para
que tiene los ojos en la cara, ¿de adorno? ―fue la simpática respuesta de la
buena mujer.
―Perdone
si la molesté, pero es que creo que debería haber al menos dos colas. Una para
los que tienen preparación superior, y otra para los que no la tienen.
―¡Pero
miren a la finolis! Mira bonita, aquí no hay ni más estudiados, ni menos… Aquí
todos somos currantes, y el que llega se coloca en la cola. ¿Entendiste o te lo
deletreo? ―espeta la energúmena que tengo delante de mí.
―Entendido
señora ―respondo sin ninguna sonrisa.
―¡Señorita!
―exclama ofendida.
―Señorita
―dije suavemente y respirando, un, dos, tres… para no lanzarme a su yugular.
De
pie en la kilométrica cola, aprovecho para meditar sobre mi vida, os lo
recomiendo; conclusiones pocas, pero matar el tiempo eso seguro. No podéis
imaginaros lo que da de sí una conversación con una misma.
Pensaba
primero, en lo estúpida que fui al ponerme los mega tacones para verme más alta
y parecer más profesional, luego, pensaba que ya no podría ir de rebajas porque
estaba en el paro, después, me puse a discutir por qué no estudié algo con más
salida laboral… Y así, hasta que cuando me di cuenta, llegó mi turno.
Me
acerqué al mostrador y coloqué mi prolija carpeta, rosa chicle, sobre el mismo,
la abrí y procedí a extraer todos los documentos que me habían entregado en la
empresa.
―Buenos
días, ¿qué desea? ―pregunta la empleada de turno.
―Buenos
días, quiero solicitar la prestación por desempleo ―contesté muy resuelta.
―Para
solicitar el paro, rellene este formulario, adjunte la documentación que se
indica en el dorso de este, y por último, póngase en la cola de la derecha.
―¡¿Tengo
que hacer otra fila?!―cuestioné espantada.
―Exactamente,
y ahora por favor deje pasar al siguiente.
―Pero
no me parece correcto, ya llevamos mucho tiempo esperando ―le dije molesta.
―Vamos
a ver, si le parece o no le parece correcto, a mí qué me dice, estas son las
normas, así que por favor ¡deje pasar al siguiente! ―replica la antipática de
turno.
Respiré
hondo y rellené el impreso, después de varias consultas a la indignada
señorita, y una vez listo, me coloqué en la segunda fila.
En
esta ocasión me entretuve maldiciendo a todos los funcionarios antipáticos y
maleducados y a las estúpidas normas; con lo fácil que sería que te dieran cita
a una hora, y luego te atendieran tranquilamente de una sola vez… No; había que
armar esta procesión de peregrinos, que es lo que parecemos todos.
De
pronto, mientras esperaba en la maldita cola que se movía más lenta que una
tortuga coja, escuché una voz en la distancia:
―Señor
Baldomero Martin, pase a la mesa seis.
Miré
sorprendida que el señor en cuestión se levanta de una silla, que tiene pinta
de ser la incomodidad personificada y se dirige con prontitud hacia la mesa
indicada, y yo me pregunto: «¿Por qué
tiene ese privilegio?», es entonces cuando reparo en que hay más personas
sentadas en sillas iguales que la deshabitada. La curiosidad y el aburrimiento,
todo hay que decirlo, me llevó a preguntar en voz alta:
―¿Qué
hacen en esas mesas?
―Son
para las personas que han solicitado cita previa ―me responde un chico muy
simpático, que estaba detrás de mí.
―¡¿Has
dicho cita previa?! ―grité alucinada.
―Sí
claro, ¿no lo sabías? ―me dice el chico simpático y guapo; no me había fijado
hasta ese momento, todo hay que decirlo.
―¡Pues
no! Cuando llamé para informarme de los pasos necesarios para solicitar el
paro, la persona que me habló, no se dignó a decirme que había la posibilidad
de solicitar ¡cita previa! ―gruñí al buenorro, porque ahora que lo veo bien,
está más que bueno.
―Por
lo que veo, es tu primer paro, ¿verdad? ―comenta riendo.
―¿Tanto
se nota? ―contesté, embelesada con su sonrisa de anuncio de dentífrico.
―Un
poco nada más, guapa. ―En ese momento olvidé todas mis penurias.
―Gra…
gracias ―balbuceé.
―Espero
que no tengas que venir muchas veces, pero si tienes el infortunio de volver a
quedarte sin curro, recuerda pedir cita previa, porque creo que dentro de poco
esa será la única manera de solicitar el paro, o simplemente de inscribirse
―explica amablemente, el bombón que estaba junto a mí.
―Muchas
gracias por decírmelo, aunque espero no tener que vivir esta experiencia otra
vez ―comenté con mi sonrisa especial, la que guardo para ocasiones importantes,
y créanme, esta lo era.
―Disculpa
mis modales, mi nombre es Cipri, ¿y el tuyo?
―El
mío Eula, encantada. ―Extendí mi mano en señal de saludo y, cuando el hombre
más guapo que nunca soñé encontrarme en una cola del paro, la coge con la suya,
sentí que mis piernas eran de blandiblú, y por poco me caigo derretida en el
suelo.
―¡Que
nombre más curioso! ―comenta dulcemente, o eso me lo parece.
―Sí,
muy curioso… Igual que el tuyo ―afirmé para intentar cambiar el tema de los
nombres.
―En
realidad el mío es más feo que curioso, pero mi madre adora el santoral. Con
eso ya te he dicho todo ―explica con cara de circunstancias.
Lo
miro y pienso que es una señal, porque encontrarte con otra pobre víctima del
santoral no es algo común, y menos en una oficina de empleo.
Entonces,
mi mente empieza a fantasear con casitas blancas, jardines llenos de flores,
niños correteando felices, y mi hermoso Cipri llegando del trabajo con un ramo
de rosas frescas, para su adorada Eula. «¡Para, Eula!», grita mi mente,
«deja de soñar despierta, que los cuentos de princesas solo son para niñas,
además de ser una triste mentira que nos inculcan en nuestras inocentes y
crédulas cabecitas.»
Para
darle apoyo al guapo de Cipri, decidí decirle que no era el único que padecía
el mal del santoral.
―No
eres el único, mi abuela es fanática del santoral, da igual el santo o santa
que te toque, no te salva nadie ―expuse ante él, mi más sórdido secreto.
―Entonces
somos víctimas del santoral ―me dice amablemente, y yo, caí enamorada en ese
momento.
―Totalmente
―afirmé sin saber qué más decir, ese hombre
acababa de dejar mi mente en blanco.
―Entonces,
como padecemos el mismo infierno, te confesaré que mi nombre es Cipriano. ―Me
regala otra de sus sonrisas de dentífrico feliz.
―El
mío, y solo lo diré una vez… prométeme que no lo repetirás nunca. ―asiente con
la cabeza y una mirada divertida―. Me llamo Eulalia.
―Encantado
Eula, y ya es tu turno ―me indica con su voz de locutor de radio.
―Gracias
Cipri. ―Le regalo mi maravillosa sonrisa, esa que casi nuca asoma en mi cara.
Conocerlo
despejó las nubes negras de ese día, transformándolo en un día hermoso y
soleado, ya nada me molestó, ni la eterna cola, ni los tacones, de lo cual ya
no me arrepentí; vamos, que ni estar desempleada puede empañar este momento.
Una
vez que terminé todos los trámites para poder disponer de mi prestación, o sea,
para poder subsistir hasta que encuentre un nuevo trabajo, me dispuse a
despedirme con tristeza de ese adonis, porque sinceramente no me atrevo a
pedirle el teléfono, ya ven, mucho estudiar, mucho modernismo y cuando tengo
que ser lanzada, me quedo más cortada que las mangas de un chaleco.
―Bueno
Cipri, encantada de conocerte, espero que consigas pronto un trabajo ―me
despido con melancolía, solo me faltaba suspirar.
―Eula,
¿puedes esperarme? ―me dice el bombón, y me deja paralizada de la emoción―. ¿Me
gustaría invitarte a comer? ―Estoy en una nube, flotando, incrédula y pienso, «¡esto es mejor que la lotería!»
Cipri
me está mirando, espera mi respuesta, pero yo estoy como ida, no atino a decir
esta boca es mía, hasta que alguien me grita:
―Vamos
finolis, decídete que la gente que está en la cola no tiene todo el día, y tú,
guapo, si ella no quiere ir contigo, yo estoy lista y encantada te acompaño.
―La impresentable maleducada al ataque otra vez.
Salgo
de mi estado hipnótico tras escuchar los alaridos de la loca esa.
―Acepto
encantada Cipri. ―Contesté satisfecha, mientras espero a que ese pedazo de
hombre, que me acaba de invitar a comer, termine con su papeleo.
Sentí
la mirada envidiosa de la malhablada que me tocó de compañera de procesión, y
me giré para mirarla con una de mis mejores sonrisas de…, chúpate esa, guapa.
La muy descarada, me mira y sin cortarse un pelo, suelta:
―¡Tío
bueno!, ¿para qué vas a perder el tiempo con esa repipi? Yo soy más simpática y
divertida que ella, seguro; bueno, cualquiera lo es sin esforzarse mucho.
En ese momento, la pelandrusca que habita en
mí y que raras veces hace acto de presencia, sale de su estado de hibernación y
se dirige a la malhablada.
―¡Repipi yo!¿Pero a ti qué mosca te ha
picado?, eres una grosera y una deslenguada, yo me acerqué con educación, y en
cambio tú has sido una borde desde el principio. Sin contar, con ser una entrometida
al meterte en una conversación ajena. ¡Sabes chula!, si te aburres, búscate un
mono de feria. ―Parecía yo la niña del exorcista, de la mala uva que tenía.
―Tranquila guapa, a palabras necias oídos
sordos ―me calmó mi príncipe particular, con esa voz profunda y esos ojos
risueños que me derretían por dentro.
Como un globo pinchado me desinflé al escuchar
la voz de Cipri, lo miré y solo vi simpatía y aprecio por su parte. Como dije,
caí fulminada por un rayo, el rayo del amor. Porque yo, nada de flechas de
Cupido, no, lo mío a lo bestia, un rayo directo al corazón y sin preaviso.
Enseguida olvidé a la buscona, que agachó la
cabeza sin rechistar, aunque creo que fue porque le dolieron más las palabras
de Cipri, que la parafernalia que solté por mi boca. Acabados nuestros
engorrosos trámites, nos fuimos juntos y yo la mar de feliz.
Un año después…
Aquí voy de nuevo a la oficina de desempleo,
me toca sellar la cartilla… pues sí, aún sigo desempleada, la puñetera crisis
que nos tiene a todos pasando un calvario, a unos menos que a otros, pero a
todos nos está afectando. Yo estoy aprovechando para hacer cursos y
especializaciones que me permitan encontrar otra cosa, al menos algo que me
guste más, pero como están las cosas de mal, está uno como para exigir mucho...
En otro contexto, debo decir que sigo jugando
a la lotería, poco, pero si no juegas nada, seguro que nada te toca… todavía
soñar, después de un año, puedo afirmar que sigue siendo gratis.
Ahora sí, no he encontrado un trabajo, ni me
ha tocada el Euromillón, pero encontré algo mucho más valioso… El amor de mi
Cipri, y como dicen que las penas con amor son más llevaderas, al menos de
falta de cariño no me puedo quejar.
―¡Eulalia cariño, mueve el culo que llegamos
tarde! ―grita el hombre de mis sueños.
―¡¡¡Cipri!!!, cuando te pille te mato. Me
prometiste que jamás repetirías ese nombre. ―Eché a correr tras él.
Cuando llegué a su lado, jadeaba por el
esfuerzo y no podía ni hablar. Cipri estaba muerto de la risa mirándome y
sabiendo el cabreo monumental que me había provocado.
―Cariño, no te enfades… al final conseguí lo
que buscaba.
―¿El qué? ―dije entre jadeos.
―Que te dieras prisa ―me dice mientras se
troncha de risa a mi costa.
―Hay momentos Cipriano, en que no me gustas
nada ―suelto con mi genio mala uva.
―Pues tú a mí,
me gustas siempre.
Y así, con esas
palabras, consigue derretirme. Es que ese hombre es lo mejor que me ha podido
tocar en una cola del paro.