Como en casa

Mi blog vio la luz, el día 18 de octubre de 2012... Y vuelve a renacer hoy 13 de febrero de 2023. Espero que cuando me visiten se sientan como en casa, con la confianza de opinar sobre cualquier post, artículo o reseña. Se aceptan comentarios, correcciones y críticas siempre que sean escritas con educación, espero alimentarme de ustedes y viceversa. Creo en el continuo aprendizaje... aprendamos juntos.

martes, 9 de julio de 2013

KIT DE EMERGENCIA... (basado en hechos reales)


Nunca pensé que algún día recordaría las palabras de mi hermana Marina, no salgas de casa sin tú kit de emergencia, pero lo que es peor aún, que recordaría mis propias palabras de burla hacía ella… Hermanita, pero que tonterías son esas, ja, ja, ja, ja, un kit para emergencias.

Sí amigos, esas palabras me han perseguido durante mis pesadillas, pero es que sólo a mí me pasan estas cosas, y no sólo una vez… será el karma, o será un castigo por reírme de mi hermana y sus consejos.

Entramos en materia; un día ya lejano en mis recuerdos, emprendí mi viaje de vacaciones a Portugal, me dirigía a pasar unos días con mi familia, me arreglé normalita, porque sólo era un vuelo de poco más de una hora, Madrid – Oporto.

Llevaba una pequeña maleta, con mis escasas pertenencias; total, solamente iba a pasar una semana, para que llevar muchas cosas… Como iba diciendo, la pequeña maleta, la podría haber llevado conmigo en el avión, pero como quería ir cómoda, decidí despacharla. Feliz y contenta iba yo en ese vuelo, que me llevaba a pasar unos días de relax.

Si ya de por sí, era un viaje corto, a mí se me hizo más corto, porque me enfrasqué en la lectura, cosa que hago cada vez que tengo tiempo. Salgo sin kit de emergencia, pero jamás salgo sin un libro…

El viaje fue muy tranquilo, y en un santiamén estábamos aterrizando en el aeropuerto de Oporto, una cálida tarde de Julio. Como viajaba sentada junto a la ventana, me di cuenta, que el pequeño avión aterrizaba un poco lejos de la terminal, lo cual significaba que tendríamos que bajar por las escaleras y caminar.

Una vez tomamos tierra y llegamos a nuestro destino, tranquilamente me levanté, cogí mi bolso y, me preparé para bajar por la escalerilla del avión. Muy resuelta voy bajando, agarrada al pasamanos, ―gracias a la providencia―, y de pronto, al apoyar el pie derecho en el siguiente escalón, siento que me voy de bruces.

Gracias a mis rápidos reflejos y, a que estaba bien agarrada al pasamano de la escalera, pude evitar caer rodando, y a parte de partirme la crisma, dar un espectáculo internacional.

Una vez que consigo equilibrarme, giro la cabeza hacia el escalón que había dejado atrás y, cual es mi horrorizada sorpresa… Allí, solitario y perdido, estaba el tacón de mi zapato. Sí, pueden reírse, pero en ese momento, no estaba yo para mucha guasa.

Lo más disimuladamente que pude, me agaché y recogí al traidor, sí, era un traidor, porque me dejaba sola ante las miradas burlonas de la gente… 

Es en esos instantes, cuando más se agradece que las personas vayan a lo suyo. Entonces, parada en medio de la pista y, con una buena caminata por delante, decidí que levantaría mi cabeza y con todo el glamour posible, caminaría lo más recta y disimuladamente que pudiera.

Gracias a que llevaba pantalón largo y un poco acampanado, nadie, que no se fijara bien, notaria que yo estaba caminado con un pie, que sólo apoyaba la punta del zapato. Con lo cual, parecía que tenía una leve cojera. Una vez que llegué, la última, a la cinta de equipaje, esperé muy tiesa a que saliera mi pequeña maleta, la cual iba amarrada hasta los dientes, con lo cual, no podría cambiarme de zapatos hasta llegar a casa. Con ella en mi poder, me encaminé con mi ligera cojera hacia la salida, siempre con la cabeza en alto y simulando que todo estaba bien. Mientras el tacón traidor, iba tan tranquilo, descansando en mi bolso.

Cuando mi madre me miró, enseguida notó algo raro en mí. Como buena madre que conoce a sus hijos, se percató de que yo estaba cojeando y, su ceño se frunció con preocupación. La miré fijamente a los ojos y bajé la mirada hacia mis pies, levanté un poco la pierna derecha de mi pantalón, y mi querida madre, por no decir otra cosa, empezó a partirse de risa a carcajada limpia. Vamos, que los lagrimones le caían por la cara de tanto reír.

Yo seguía acercándome despacio, ya que no podía andar más rápido, y mientras me acercaba, tenía ganas de estrangularla, debido a que todo el mundo nos miraba intentando adivinar, a qué venía tanta risa. Después de que mi buena madre, consiguiera tranquilizarse, me preguntó que me había pasado… Todavía no sé, para que le conté nada, pues terminada la historia, estaba otra vez tronchándose de risa.

No les negaré, que fui la comidilla de todos, ni que decir de mi hermana, que rauda y veloz me recordó el dichoso Kit de emergencia que siempre lleva encima. Una bolsa con unos zapatos de recambio y no sé cuantas cosas más.

Ustedes pensarán que, al pasar por esa experiencia, esta servidora, adoptaría el famoso Kit… pero no, yo que soy más lista que nadie, me digo, esto no me pasará otra vez. ¡Ay! ingenua de mí… si, me pasó otra vez… y lo que es peor, esta vez sí que fue un bochorno.

Iba caminando por la calle principal de mi hermosa ciudad, me acababan de dejar al lado del banco y me recogerían a la vuelta. Era verano, llevaba unas chanclas, unas estúpidas chanclas y sólo a mi… me tiene que pasar, ¿Por qué?... aún hoy me lo pregunto.

Caminando muy tranquila por el paso de peatones y antes de haber terminado de cruzar la calle…¡zas!, se me rompe la tira de una de las chanclas.

Oh si… caminaba, pero en vez de cojear, arrastraba el pie sobre la estúpida chancla y me repetía, esto no me puede estar pasando, otra vez no, porque a mi… y así sucesivamente. Debo agradecer , que en el coche que me recogía del banco, tenían un repuesto,… las chanclas que te regalaban en el Mac Donald con el menú. Para algo sirvieron las pobres.

Pero aquí no acaba la cosa… como dicen que no hay dos sin tres, pues amigos, para terminar de escarmentar, a esta servidora, le volvió a pasar una tercera vez.

En Madrid, día 6 de diciembre, caminando con unos amigos después de pasar una tarde agradable, el tacón de mi bota decidió que estaba cansado de la caminata, y se quedó en el asfalto a descansar. Yo, ya no sabía si reír o llorar, mi querido amigo Paulino, trataba de arreglar el dichoso tacón, pero no había manera. Entonces, al igual que la vez del avión, caminaba por las calles de Madrid, apoyando la punta del pie, ―otra vez el derecho―, y con una ligera cojera me dirigía hacia las tiendas, que gracias a las fechas navideñas, y a pesar de ser festivo nacional, estaban abiertas. Como podrán imaginar, me compre unas botas planas, rasas, pegadas al suelo… no estaba yo para tonterías.

La Moraleja… No salgas sin un kit de emergencia, nunca sabes cuándo lo vas a necesitar. Y si no lo tienes, camina con todo el glamour que puedas echarle y ríete de ti mismo.



12 comentarios:

  1. Jajajajaja!!!! muy bueno! Lastima por los momentos terribles que viviste! pero que bueno que luego uno se acuerda con humor! XD

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    1. Yami, es que si no te lo tomas con humor... la única que lo padeces eres tú... jajajajajaja aunque en ese momento no me hizo ninguna gracia... esa se la vi después. jajajaja

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  2. Ja ja, muy bueno. Creo que se te daría muy bien el género chic lit, Elizabeth. Has pensado en escribir algo así? Me encantó este relato basado en hechos reales!

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    1. Gracias Mariel, sólo a mi me pasan estas cosas... jajajaja anoche recordé lo del Kit y decidí contar mi experiencia...

      Lo del chick-lit la verdad no me lo he planteado, todo se verá jajajajaja

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  3. ¿Ves? ya decía yo que algún buen motivo tenía que tener yo para no usar tacones jajajja madre mía, que bochorno, menos mal que te tomaste las cosas con filosofía y buen humor, aunque la procesión iría por dentro...

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    1. Ainsss Marta no lo sabes tu bien... jajajajaja ahora me puedo reír, pero en su momento me quería desaparecer... hacerme chiquita y que nadie me pudiera ver... jajajajaja

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  4. Que molleja Betty... la cosa es que Marina te "empavó"!! Jjajajaja...

    Entiendo perfectamente la sensación... porque si bien a nosotros no se nos rompen los tacones, igual nos pasan cosas por el estilo... Como un día que por trabajo viajaba a Punto Fijo a una reunión de cierta relevancia y ya en el Aeropuerto, una vez hecho el check-in, casi me da un infarto cuando miro hacia abajo (no recuerdo por qué me dió por mirar abajo) y me doy cuenta que llevaba dos zapatos DIFERENTES!

    Uno marrón y otro negro!! Imaginate!! :-P
    Pero bueno... unas pocas líneas para felicitarte de nuevo por tu blog y para que veas que no es solo a ti a quien le pasan estas cosas...

    Besos y abrazos!!

    Paulino el zapatero chimbo

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    1. Amigo... jajajajaja ainsss te acuerdas Paulino jajajaja que show, solo a mi me pasan estas cosas...
      Gracias por leerlo y gracias por tu cariño...
      Besos

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  5. jajajajajajajajajajajajajajajajajajajjajajajaja BETTY CONCHALEEEEEEE, ya no me reía tanto asi hace mucho tiempo, me duele la barriga de tanto reirme, obechitaaaaa, yo tambien me la paso echando vaina a tu hermanita y a su famoso kit de emergencia, pero ella es la que está cierta, felizmente el destino aun no decidió vengarse de mi com tanta FÚRIAAA, jajajajaja, muy, muuuy bueno amiga. Te felicito, me encanto este relato tan dsafortunado para ti, pero tan divertidooooooo. Un gran besote. Luisa Costa

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  6. Waw Elizabeth, el destino? si que te la aplicó, que bárbaro, y no una, sino tres veces. Ando siempre con un kit (por los niños), pero en él no llevo zapatos de emergencia, mi cartera no me lo perdonaría. Lección aprendida.
    Feliz día!

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    1. Jajajajaja siii la verdad que me la jugó bien... ahora me rió pero es su momento no me hizo ninguna gracia... jajajaja

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