Como en casa

Mi blog vio la luz, el día 18 de octubre de 2012... Y vuelve a renacer hoy 13 de febrero de 2023. Espero que cuando me visiten se sientan como en casa, con la confianza de opinar sobre cualquier post, artículo o reseña. Se aceptan comentarios, correcciones y críticas siempre que sean escritas con educación, espero alimentarme de ustedes y viceversa. Creo en el continuo aprendizaje... aprendamos juntos.

RELATO - DE MI LIBRO HISTORIAS DE AMOR


REENCUENTRO



Diez años antes…
Amber Slater estaba emocionada, le habían contestado del New York Times aceptándola como pasante, era su sueño hecho realidad, salir de Lincoln e ir a Nueva York a trabajar para uno de los mejores periódicos del país. Había releído la carta tantas veces que se la sabía de memoria. Tenía un mes para trasladarse y presentarse en las oficinas a la orden de su nuevo jefe el Sr. Scott, no veía el momento de contárselo a Michael, tenían que preparar tantas cosas, buscar piso, organizar la mudanza. Pero mientras caminaba hacia la clínica veterinaria, donde Michael acababa de empezar las practicas; su alegría inicial se había apagado al recordar, que él no sabía que había solicitado el trabajo, y ahora no estaba segura de cómo se lo tomaría.
Michael Collins estaba atendiendo a un pastor alemán con una pata rota, y al mismo tiempo, no hacía más que darle vueltas a la cabeza sobre la noticia que le tenía que dar Amber. Siempre le gustaba mantenerlo en vilo, quizás esa era una de las cosas, que lo habían hecho enamorarse como un tonto de ella hacía dos años, cuando estaban en la Universidad. Ahora que tenía un trabajo, quería pedirle que se fueran a vivir juntos, deseaba compartirlo todo con ella, era la mujer de su vida, lo sentía en sus entrañas.
El sonido de la campana, al abrirse la puerta de la clínica lo sacó de sus pensamientos, y terminando de atender al perro, salió a devolverlo a su dueño mientras la secretaria lo atendía. Michael miró hacia la puerta y una sonrisa se dibujó en sus labios al ver a Amber; no se cansaba de admirar su belleza, sus cabellos de color chocolate espeso, que caían ondulados enmarcando un rostro de piel suave. Sus labios carnosos y apetecibles, sus pómulos marcados, y unos ojos color miel, que brillaban mientras le miraban con amor.
—Michael, cariño, ¿te queda mucho para terminar? Necesito hablar contigo, pero quiero hacerlo en privado, sin interrupciones, es algo muy importante y lo quiero compartir contigo antes que con nadie de mi familia —dijo Amber con una sonrisa radiante y los ojos brillando de alegría.
—Cariño, acabo de terminar con el último paciente de hoy, si me esperas unos minutos me cambio y nos vamos —contestó Michael, dándole un beso en los labios que derritió a Amber como siempre le ocurría cuando él la besaba.
Mientras él iba a cambiarse de ropa, ella aprovechó para admirar su cuerpo, que a pesar de la bata no escondía lo bien proporcionado que estaba, era tan varonil; y sus ojos azules siempre la hipnotizaban cuando la miraban fijamente.
Salieron a la calle, y se marcharon caminado hacia el apartamento que había alquilado Michael hacia un mes; adoraba a su familia, pero quería independizarse y además pensaba pedirle a Amber que se mudara con él. A pesar de ser ambos muy jóvenes, él tenía claro lo que quería; y la quería a ella en su vida.
Una vez entraron al apartamento, Amber se giró y se lanzó a sus brazos, y como siempre ocurría, la pasión se desató entre ellos, y no podían, ni querían pararla. Desesperados y hambrientos uno del otro, se desvistieron mientras se besaban y caían en la cama, se amaron con pasión y entrega; después, agotados se quedaron profundamente dormidos uno en brazos del otro.
Amber despertó sintiendo los besos que Michael le estaba dando en el cuello, al principio se relajó y dejó que la siguiera mimando, pero cuando se despejó del sueño recordó la carta y se levantó como un resorte de la cama. Michael sorprendido la miró.
—¡Michael!, cariño, tenemos que hablar. Siempre me distraes —dijo Amber haciendo un mohín.
Sonriendo y mirándola con picardía Michael le dijo:
—A ti te gusta que te distraiga cariño, pero tienes razón, tenemos que hablar. Yo también quiero decirte algo.
Ambos se vistieron y se sentaron en el salón, se miraron y sonrieron.
—Habla tú primero —pidió Amber.
—Cariño, quiero que vengas a vivir aquí conmigo. —Ella se le quedó mirando al principio impactada, pero después sonrió, porque pensó, que si él quiere vivir con ella, entonces aceptaría ir a Nueva York.
—Antes de darte una respuesta, escucha lo que tengo que decirte. Escribí hace unas semanas una carta solicitando un puesto de pasante en el New York Times… y me han contestado que en un mes debo presentarme. —Amber lo miró expectante, pero Michael se había quedado mudo.
«¿Desde cuándo quería ella irse a Nueva York?, ¿por qué no le había dicho nada de la carta?», se preguntaba, mientras su mirada se iba oscureciendo con pensamientos muy negros.
—¿Me estás diciendo que te marchas? Y nosotros…
—Cariño no, lo que quiero decirte es que nos vayamos los dos a Nueva York y vivamos juntos. Es lo que me acabas de pedir, pero no sería aquí en Lincoln.
—Amber, a mí no me gusta Nueva York, y la verdad no me apetece vivir en esa locura de ciudad, porque no puedes buscar algo aquí, hay periódicos de mucha tirada.
Ella no se esperaba esa respuesta, se sintió desilusionada, ¿es que él no entendía lo importante que eso era para ella? Las cosas no estaban sucediendo como esperaba.
Michael no quería perderla y sabía que esa era una oportunidad de oro para Amber, pero dejar su ciudad, su familia y amigos. Todo lo que quería lo tenía allí, no necesitaba más, no era un hombre ambicioso; pero por otra parte, tenía que apoyar a Amber, eso hacían las parejas, entonces…, por ella lo intentaría.
—Nena, alegra esa carita. Nos vamos a Nueva York, no quiero que por mi culpa no puedas realizar tus sueños.
Amber con un grito de alegría se lanzó a sus brazos y lo besó hasta volverlo loco, como únicamente ella sabía hacerlo, y ambos se dejaron llevar por esa locura.
Nueva York, diez años antes…
Llevaban seis meses en Nueva York y cada vez discutían más a diario. Michael estaba harto de esa ciudad de locos, odiaba su trabajo, odiaba el cuchitril donde vivían, y cada vez Amber llegaba más tarde a casa, apenas hablaban, y casi siempre terminaban discutiendo. Ya no quería seguir así, y si ella no quería regresar a Lincoln con él, entonces tendrían que separarse. Mientras pensaba en todas esas cosas, entró en su diminuto apartamento y se encontró a Amber arreglándose para salir.
—Hola, ¿Qué compromiso tienes esta noche? —dijo Michael con cara de pocos amigos.
—He quedado con unas amigas para tomar algo, no llegaré tarde. En la cocina he dejado comida preparada por si tenías hambre. Por cierto, este fin de semana debo viajar a Colorado para cubrir una noticia, voy como asistente de Paul.
—Amber, antes de que salgas necesito hablar contigo.
—No puede esperar a mañana, ya voy un poco retrasada —dijo Amber con cara de fastidio, miró hacia Michael, no podía entender como se había vuelto tan aburrido.
—No puede esperar, y es importante. Vamos, creo que es más importante que tus amigas, aunque últimamente no sé el grado de importancia que tiene para ti nuestra relación.
—No quiero empezar con otra de nuestras discusiones Michael, dime lo que quieras decirme y punto.
Michael la observó, y aunque por fuera era la misma chica de la que se enamoró perdidamente hacía tres años, por dentro era una desconocida, se había vuelto una mujer frívola, había perdido la frescura que tenía. Para él era como estar con otra mujer, era egoísta, solamente miraba por ella, todos los sacrificios tenían que hacerse por ella, por su carrera, por sus nuevos e influyentes amigos, todo para que estuviera contenta. Pero… ¿y él?, ¿es que no podía hacer algo por él?, pensar un poco en lo que él quería, en lo que deseaba. No quería perderla, pero sentía que ya la había perdido, sencillamente eso no podía continuar así, lo estaba destrozando.
—Amber, he dejado el trabajo y me marcho a Lincoln pasado mañana. Lo he intentado con todas mis fuerzas porque sabía la ilusión que tenías en este trabajo, pero esto me está matando, odio esta ciudad, este apartamento, pero lo que más odio, es en lo que nos hemos convertido desde que llegamos aquí. Yo te amo, pero no puedo seguir viendo como cada día nos apartamos más y discutimos más. Sabes dónde encontrarme si quieres salvar lo nuestro. Ahora te toca a ti, yo he intentado complacerte a costa de mis sueños, pero lamentablemente me he dado cuenta, que nuestros sueños son muy diferentes.
Michael la miraba con todo el amor y el dolor que sentía reflejado en sus ojos, pero Amber simplemente lo miró con sus ojos vacíos de toda expresión.
—A si de simple, ¿te vas y pretendes que lo deje todo y marche contigo? —dijo Amber.
—Si Amber, pretendo eso, porque fue lo que hice por ti hace seis meses. Lo deje todo por tu sueño, porque te amo.
—Si me amases, te esforzarías más en relacionarte con mis amigos, en acompañarme a las fiestas y así, estaríamos juntos y compartiríamos más, disfrutaríamos los dos.
—No Amber, disfrutarías tú, yo no. Este no es mi sitio, ni mi sueño. No te quito más tiempo, ya sé tú respuesta. Te deseo lo mejor, que seas muy feliz y realices todos tus sueños… Adiós Amber.
Michael se despidió de ella con el corazón destrozado, al comprobar que su amor no era tan grande como el de él.
Amber furiosa, cogió su bolso y se marchó dando un portazo que retumbo en las paredes de ese pequeñísimo apartamento, que tan solo guardaba tristes recuerdos. Sin poder soportarlo más, él recogió todas sus cosas, y dejó una nota comunicándole que mandaría una agencia a recoger todas las cajas por la mañana. Con una pequeña mochila al hombro, se marchó a un hotel, para pasar su última noche en Nueva York.
Lincoln, Nebraska…
Llevaba un mes en casa, había recuperado su piso, su antiguo trabajo en la clínica veterinaria, estaba cerca de su familia, de sus amigos, pero aun así, no podía dejar de pensar en Amber. Tenía la esperanza de que ella le echase de menos y lo llamase, pero nada, sólo silencio. No sabía cómo iba a poder seguir sin ella, se sentía patético, pero no podía dejar de pensar en que ella regresaría a él tarde o temprano.
Su familia estaba preocupada por él, sus hermanos estaban furiosos con Amber, su hermana decía que era mejor que no regresara, porque lo lamentaría. Mia era muy temperamental en todo, tanto en el amor como en el odio. La familia de Amber estaba consternada y lamentaba que la relación hubiese terminado así, ellos también la notaban cada vez más cambiada.
«La vida seguía», pensó Michael y él no podía vivir así porque entonces de nada habría servido volver a su ciudad, tenía que seguir sin ella.
Lincoln, seis meses después…
Estaba en un bar con sus amigos y amigas de la Universidad, riendo y disfrutando de la despedida de solteros de Chad y Jenny, que se casaban en una semana, en ese momento entro en el bar Maddie, una de las chicas más sexy que conocía Michael, habían salido un par de veces y aunque ella se le había insinuado y habían compartido unos cuantos besos. Él sentía que no podía, que era como traicionar a Amber y eso le enfurecía. Cada día se daba cuenta de que estaba más amargado y no podía evitarlo, se estaba volviendo cínico y únicamente ligaba con desconocidas cuando necesitaba echar un polvo. Pero con Maddie, aunque ella quería, él no podía, porque sabía que sería algo más que un revolcón para ella.
—Hola chicos, hola, Michael, os veo muy animados —dijo Maddie sentándose junto a él.
—Hola Maddie —respondieron todos al mismo tiempo y empezaron a reír.
—Michael, perdona, quería hablar contigo un momento en privado. ¿Me acompañas a esa mesa? ―indicó hacia una mesa a lo lejos.
Asintiendo con la cabeza se levantó y les dijo a los demás que regresaba enseguida, caminaron entre la gente del bar y se sentaron en una mesa apartada. Maddie estaba nerviosa, no sabía cómo se tomaría la noticia, pero era necesario que Michael dejase de sufrir por una mujer, que no había sabido valorar el amor que le ofrecía.
Sacando un periódico de su bolso, lo abrió, buscó la página y se lo enseñó a él.
—Michael, lamento ser yo la que te enseñe esto, pero creo que es lo mejor.
Frunciendo el ceño, cogió el periódico, lo miró y sé que petrificado cuando vio la foto de Amber besando a otro hombre, debajo ponía, “Boda relámpago entre Paul Stwart y Amber Slater”. Sentía que le faltaba el aire, no podía ser cierto, Amber era suya, su amor, la única. Aturdido, miró a Maddie, luego a su alrededor, a toda la gente, las risas, la música, y mientras observaba, sintió como su corazón se congelaba, se sintió traicionado. Cerró los puños sobre el periódico, y sin decirle nada a Maddie salió fuera, necesitaba respirar. Llegó a su apartamento, donde aún guardaba todos los recuerdos que habían comprado juntos, notas, tarjetas, cartas, regalos. Y como un autómata los fue guardando en una caja la cual sellaría el final de todo.
Lincoln en la actualidad…
Amber Slater aún no podía creer, que estaba de regreso en Lincoln después de diez años. No sabía por qué había aceptado la invitación al reencuentro de la promoción del 90; la habían organizado Jenny y Mia, y la invitación se la había enviado Maddie. Lo que no entendía, era por qué aceptó ir. Su familia apenas le hablaba debido a que entendían su cambio, y ella, después de todo lo vivido a sus treinta años, tampoco sabría decir, por qué había perdido a Michael. El tiempo y los sinsabores de la vida le habían enseñado lo egoísta que fue, solamente pensando en ella. También aprendió, que nunca encontraría otro hombre que la ame, como él la amó.
Sabía que lo vería en la reunión, y por dentro temblaba de miedo y emoción, a pesar de todo, de su matrimonio fracasado, de su trabajo, que ya no la llenaba, ella sabía que nunca amaría a nadie como a Michael, y que lo había perdido por inmadura y egoísta.
Llegó a su casa y sacando fuerzas, llamó a la puerta. Mientras esperaba miró a su alrededor y vio que todo seguía como siempre, nada había cambiado.
Abrió la puerta su madre, y al mirarla, sus ojos se abrieron incrédulos y luego se llenaron de lágrimas.
—Hola mamá, espero que esas lágrimas sean porque te alegras de verme.
—Hija, no me lo puedo creer, has venido —dijo su madre mientras la envolvía en un cálido abrazo, y con ese abrazo, Amber se sintió en casa por primera vez en muchos años.
Michael pensaba que Amber no vendría a la reunión, a pesar de que Mia le aseguró que ella envió un correo electrónico aceptando la invitación. Pero aunque de verdad viniese, a él no le apetecía nada volver a verla. Era un recuerdo muy amargo, porque a pesar del tiempo, sentía que sus sentimientos estaban ahí, enterrados bajo llave, pero aún existían. «Se escudaría detrás de su cinismo y aguantaría, total, solamente sería una noche», pensaba mientras se dirigía a su trabajo.
Amber, después de hablar largamente con su familia, pedirles perdón por todo, y contarles los motivos reales de su ausencia; se sentía más liviana, y eso le dio esperanzas con respecto a la reunión y su encuentro con Michael. Se empezó a preparar para la fiesta, lo haría cuidando el detalle, pero sin exagerar, quería estar hermosa para él.
La gente estaba llegando y abrazándose, riendo, contando cómo les había tratado la vida en esos diez años. En ese momento apareció ella en la entrada, todos los murmullos cesaron, las miradas iban de Amber a Michael y viceversa. Todos los presentes sabían del amor que les había unido, del sufrimiento que padeció su amigo, pero nadie, sabía el sufrimiento que ella había vivido cuando comprendió su error.
Mia se acercó a recibirla con una sonrisa que no le llegaba a los ojos.
—Hola Amber, la verdad es que fue una sorpresa saber que asistirías a la reunión, sobre todo, después de que nunca regresaste —dijo irónicamente Mia, mientras la miraba con frialdad.
—Hola Mia, yo me alegro mucho de estar aquí y poder saludarlos a todos, con los años aprendí duramente, que a veces tienes lo mejor delante de ti y no lo sabes apreciar —respondió Amber dejando a Mia confusa.
En ese momento se acercaron Michael y Maddie; al llegar cerca de Amber, él sintió como su corazón se estremecía por ella…, siempre ella.
—Hola Amber, que alegría verte después de tantos años —hablo Maddie—. Estás muy hermosa, imagino que cosechando éxitos en Nueva York; aunque lamento lo de tu divorcio, espero que no haya sido muy doloroso.
Amber no había dejado de mirar a Michael mientras Maddie le hablaba, estaba aún más guapo que hacía diez años, pero había una dureza en su mirada que antes no estaba. Al notar que esperaban su respuesta, se giró hacia Maddie.
—Hola Maddie, tú también estás genial. Gracias por la invitación, y en cuanto a mi divorcio, fue amistoso; me case en un impulso, me sentía sola y era muy inmadura para darme cuenta de mi egoísmo. La verdad es que Paul fue un buen amigo y al darnos cuenta de que no nos amábamos nos separamos sin problemas. Es más, he sido dama de honor en su boda y sé que es muy feliz.
Amber notó la sorpresa que ocasionaron sus palabras, y se giró de nuevo hacia Michael.
—Hola Michael, me alegro de volver a verte.
—Hola Amber, te ves muy bien. Se nota que la gran ciudad te ha tratado bien ―comentó con una sonrisa cínica, mientras la miraba detenidamente.
Ella sentía que la estaba desnudando con la mirada, y deseaba que eso ocurriera con desesperación.
Maddie comprendió que no conseguiría lo que se propuso al invitar a Amber a la reunión, pensó que Michael vería a una mujer frívola, y así se daría cuenta de que no podía seguir amándola. Pensaba que podría conseguir que él detuviera el divorcio, he intentar que su matrimonio funcionara. Pero sabía que lo había perdido. Se acababa de encontrar con una mujer madura, bella, pero con mucho dolor en su mirada, y ese dolor se profundizaba al mirar a Michael.
La noche estaba en lo mejor, la gente bailaba, bebía, pero Amber se sentía sola y triste. Él apenas le dirigía alguna que otra mirada, no la había invitado a bailar siquiera. Cuando estaba pensando que lo mejor era marcharse, se acercó Maddie a hablar con ella.
—Escúchame, porque no pienso repetirlo otra vez, que te quede claro que lo hago por él, porque lo amo y se merece ser feliz. No ha dejado de amarte; después de cinco años de matrimonio me pidió el divorcio porque sentía que me traicionaba al pensar en ti. Le he visto sufrir por ti, no sabes el daño que le hiciste el día que te casaste. Sinceramente no te lo mereces, pero él te ama, y sé, que tú también le amas. No sé si has cambiado lo suficiente como para luchar por recuperarlo. Pero si es así, hazlo, lucha; aunque no creo que te sea fácil. —Maddie la miró a los ojos y luego se marchó.
Amber estaba alucinando con todo lo que le había contado. ¿Michael aún la amaba?, se preguntaba incrédula. Luchar por él, pero si a eso había vuelto, a luchar, y aunque no lo consiguiera nunca, al menos lo intentaría.
Se encaminó decidida hacia donde él estaba hablando con Chad, Michael la vio acercarse a ellos y frunció el ceño.
—Discúlpenme, Michael, me gustaría poder hablar contigo —dijo Amber sin apartar la mirada de la suya, intentando transmitirle todo el amor que llevaba dentro. Pero al parecer él no lo quería ver.
—Nosotros no tenemos nada que hablar, han pasado muchos años y nuestras vidas son muy diferentes. No sé que podemos tener que decirnos Amber. —Michael lo dijo para hacer daño, porque no quería creer lo que los ojos de ella le decían, su mirada era tan intensa; pero él ya no creía en ella.
—Por favor, por lo que una vez nos unió. Salgamos y hablemos, Michael.
Él la miró con furia, sentía que toda la amargura que llevaba dentro estaba a punto de explotar. Si quería hablar, pues hablarían.
Salieron al exterior y se dirigieron a una plaza que estaba solitaria, Amber se sentó y miró de frente a Michael, no sabía por dónde empezar, quería decirle tantas cosas. Pensar, que en sus momentos más bajos, creyó que jamás volvería a ver ese rostro tan amado. Que egoísta había sido, pensó que al mantenerlo lejos él no sufriría, y en cambio, le había hecho mucho daño, quizás más de lo que habría sufrido si ella lo hubiese llamado.
—Michael, te pido que, por favor, me escuches sin interrumpirme; lo que te voy a contar sé que te va a enfurecer aún más, pero solo puedo decir que fui una inmadura, tonta y egoísta al pensar que lo mejor para ti era no llamarte, no buscarte.
Él se quedó mirándola sin entender nada, pero asintió y se quedó callado. La dejaría hablar y luego ella tendría que escucharle. Después se despediría de ella una vez más, y una vez más estaría con el corazón destrozado.
—Al mes de marcharte, ya te extrañaba. Según pasaban los días me iba dando cuenta de lo egoísta que había sido mi comportamiento. Cada día, disfrutaba menos al salir y regresar a ese apartamento sola, el trabajo ya no me llenaba, todo se hacía pesado. Solo podía pensar en ti, y desear volver a verte. Al segundo mes ya tenía decido dejar Nueva York y regresar a buscarte, había perdido peso, no dormía bien, no comía bien. Paul estaba preocupado, y me dijo que si lo mejor para mí era volver contigo, que no me lo pensara más. Estaba preparando mi dimisión y de repente me desplome, cuando desperté estaba en el hospital. Me estaban haciendo pruebas, al parecer tenía una fuerte anemia. Pero el doctor vio algo que no le gustó y me hicieron más exámenes. Para no alargarme mucho, te diré que me encontraron un tumor y pase un infierno entre la operación y la quimioterapia. Fueron muchos meses de dolor y Paul fue mi gran amigo. Para ayudarme, y sin estar de acuerdo conmigo al no querer contárselo a nadie de mi familia, me ofreció matrimonio y, en mi egoísmo y angustia acepté. Durante algunos años pasé por muchos tratamientos para asegurarme que no reaparecía de nuevo el cáncer.
Michael estaba mudo, jamás podría haber imaginado que Amber le contaría algo así, estaba horrorizado, su corazón lloraba por todo lo que había sufrido. No podía hablar, tenía que dejarla terminar su historia.
—Hace cinco años decidí que no podía estar sin ti, mi vida era tan vacía. Viajé sin pensarlo para contarte todo y suplicar tu perdón. Llegué y al pasar por la iglesia vi que había una boda, frene y no podía creer cuando te vi saliendo de la iglesia con Maddie Baxter; el corazón se me hundió, y sin pararme a ver a mi familia regresé a Nueva York. Cuando recibí la invitación para el reencuentro, no sabía qué hacer, pero en el fondo de mi corazón deseaba volver a verte una vez más, además de añorar a mi familia. A ellos también les he contado todo.
Le había contado su historia sin mirarlo a los ojos, cuando levantó la vista y miró su cara, su corazón se encogió al ver sus lágrimas cayendo sin disimulo. No se merecía a ese hombre, pero si podía tener la suerte de volver a amarlo, le haría feliz el resto de su vida.
Se levantó lentamente del banco y mirándolo fijamente, le dijo:
—Michael, perdóname. Te amo, y nunca he dejado de amarte. —Se quedó de pie, temblando, quería acercarse, abrazarle y besarle.
No podía dejar de mirar esos maravillosos ojos azules, que lloraban por ella y en esa profundidad vio el amor, allí, brillando, grande e intenso. Entonces si se acercó despacio, porque aun creía que era un sueño, y rodeó su cintura con sus brazos, lo sintió estremecerse, y al momento sus fuertes brazos volvieron a rodearla como siempre lo habían hecho. Se quedaron así, abrazados, llorando por el pasado, no podían moverse, solo estar así, unidos en un abrazo que lo decía todo.
Sin dejar de abrazarse, se miraron a los ojos. Michael tomó su rostro entre sus manos, tocó sus mejillas, su nariz, sus labios cálidos que había extrañado tanto. Lentamente empezó a darle pequeños besos, en los ojos, la frente, las mejillas, la nariz y así, hasta detenerse en su boca, la cual saboreó suavemente; recordando cada detalle, el sabor, el tacto. Insistió con su lengua hasta que ella se abrió a él y le devolvió los besos, eran como dos sedientos que habían encontrado un manantial. Solo querían tocarse, sentirse, maravillarse con el milagro de poder estar juntos después de tanto tiempo.
Poco a poco, fueron calmándose y volvieron a mirarse a los ojos, no necesitaban palabras, pero aun así, Amber sentía que tenía que decir más.
—Michael, yo… —Él posó sus dedos sobre su boca para hacerla callar.
—Calla, no digas nada más… ¡Dios, Amber!, solo de pensar que podrías haber muerto, pensar por todo lo que has tenido que pasar. Me provoca zarandearte y gritarte por haberme apartado de tu vida en ese momento. No sabías que te amo más que a mi vida. Solo imaginar que hubieses muerto, yo creo que… ―No pudo continuar, era tan intenso lo que sentía, que ya no podía decir más sin desmoronarse.
Ella continuó sosteniéndolo en ese abrazo, sabía que era mucho para poder asimilarlo en un momento, pero Amber no tenía prisa, tenía todo el tiempo del mundo.
A medida que pasaban los minutos, se iban calmando, Michael se separó de ella y tomándola de la mano emprendieron el camino hacia su apartamento.
Sabían que tenían muchas cosas que hablar, muchos temas que aclarar, muchos asuntos que resolver. Pero lo importante, era que volvían a estar juntos y unidos para amarse el resto de sus vidas.

En el silencio de la noche, caminaban de la mano, un hombre y una mujer a los que la vida les estaba regalando otra oportunidad.

FIN




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11 comentarios:

  1. Cada vez que releó esta historia las emociones que sentí la primera vez que la leí vuelven a aflorar, es tan triste y el final tan bello y perfecto dándose la oportunidad de recuperar el tiempo perdido : )

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  2. haaaaa me encantoooo!!!, felicidades, me envolvio la historia totalmente!!! *=D

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  3. Hermosa historia! Me encantan las de reencuentros. Espero ansiosa la próxima historia.

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  4. es triste darte cuenta que has dejado ir lo mas maravilloso por que no supiste reconocerlo :c

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  5. Este comentario me lo ha dejado una amiga Claudia Pazos Gladanes, que tiene una web titulada libros de romántica... Me ha gustado y quiero copiarlo aqui.
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    Claudia Pazos Giadanes

    Hoy les traigo una mini reseña, y les parecerá raro que no la ponga en la web, pero como es de un relato corto que está publicado en un blog les dejo la reseña directamente aquí.

    El relato se llama Reencuentro de Elizabeth María Da Silva:

    Es una historia sencilla, pero me sorprendió, en pocas palabras llegas a sentir lo que sienten sus personajes.

    El relato comienza contándonos la vida de Amber y Michael diez años antes, nos muestra cuánto se aman, cuánto está dispuesto a sacrificar Michael por amor… pero a veces estos sacrificios no terminan tan bien como quisieras…
    Ambos terminan separados durante diez años, cada uno ha rehecho sus vidas, pero siguen amándose en la distancia y en silencio.

    Pero llega un día que tienen la oportunidad de verse las caras otra vez, y Amber pedirá perdón por lo sucedido diez años atrás, pero detrás de esa inmadurez a la que ella se refiere, hay algo mucho más doloroso…

    Como dije en un principio es un historia sencilla, pero me gustó la forma que está escrita, y que a pesar de ser muy cortita conectas con los personajes.

    Felicidades Elizabeth!

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  6. Hermosa historia, Elizabeth, me encantó!!!!!Te deja con ganas de más...Me encanta pensar que existen las segundas oportunidades para ser feliz...

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    1. Gabriela gracias por tus palabras, yo también creo en las segundas oportunidades ya que todos en algún momento comentemos errores.

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  7. Que lindo, me encantado esta historia, felicidades!

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  8. Q bonita historia, creo q ahi esta el verdadero significado del amor "Si amas a alguien dejalo ir, si regresa es porque es tuyo sino es porq nunca lo fue"

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  9. Me ha encantado gracias por relatarnos esa maravillosa historia.. felicidades!

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  10. buena historia, reúne sentimientos tan profundos que mantiene el corazón cálido, falto de respiración mientras se lee; pero que a la final tomas una bocanada de aire al ver que el amor se desato y tubo un final feliz

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