Como en casa

Mi blog vio la luz, el día 18 de octubre de 2012... Y vuelve a renacer hoy 13 de febrero de 2023. Espero que cuando me visiten se sientan como en casa, con la confianza de opinar sobre cualquier post, artículo o reseña. Se aceptan comentarios, correcciones y críticas siempre que sean escritas con educación, espero alimentarme de ustedes y viceversa. Creo en el continuo aprendizaje... aprendamos juntos.

domingo, 27 de abril de 2014

CRÓNICA DEL EVENTO DE ROMANCE LITERARIO – PUERTO REAL


     ORGANIZADO POR EL FORO DE MUJERES LA PEPA EL PASADO DÍA 24


CARTEL DE PRESENTACIÓN


Empiezo por agradecer a Noe Guardia por contar conmigo para formar parte de este maravilloso cartel de escritoras. Luego, al Foro de mujeres la Pepa, de Río San Pedro en Puerto Real; por organizar este encuentro.

Para mí fue una tarde inolvidable, en la que junto a mis compañeras compartí mi pasión por la novela romántica.

El evento se desarrolló en el centro cívico de Río San Pedro, al cual asistieron muchas personas, a las que desde aquí doy las gracias.

Nos presentó la presidenta del foro, Toñi Coello y moderó la mesa Noe Guardia, una persona encantadora y cariñosa, a la que estaré siempre agradecida por esta oportunidad. 

Noe se encargó de presentarnos a cada una de nosotras, y de mediar entre las preguntas de las personas que nos acompañaron.




Chloe Santana, Regina Roman, Noe Guardia, Lucinda Gray, Elizabeth D`Silva y Toñi Coello

Regina Roman (sin tilde), para los que no lo sepan. Nos presentó su última novela Santa Valentina tiene un plan. La cual recomiendo desde aquí; además de hablarnos de sus obras en general. Entre ellas: Quierome mucho, Quiéreme si te atreves, Cuarentañeras, Gato por liebre…



Lucinda Gray, presentó Inconfesable, que es su obra más reciente, pero también nos habló de sus otras novelas: Dulce Arpía, Sempre Libera (me encanta), Secreto Marido…



Chloe Santana, la benjamina del grupo y a quien conocí ese día, nos presentó su primera novela… Atracción letal, la cual formará parte de una trilogía. Es una dulzura de niña y para mí fue un verdadero placer conocerla. Desde este rincón le deseo lo mejor con esta novela y las que vendrán.



Por último, esta servidora, habló de su libro de relatos eróticos: Los Juegos eróticos de Charles y Elisa. Expliqué como de unas tertulias en un grupo de Facebook, nacieron los primeros relatos que sin pretenderlo se convirtieron en este conjunto de fantasías sexuales que disfrutaban mis personajes.
También hablé de mi primera novela que ya está terminada y que espero poder publicar, una novela que formará parte de la trilogía Tú, la historia de los hermanos Alcalá.



Después de hablar de nuestros libros, hablamos de la novela romántica en general, de cómo cada día va tomando más relevancia y de que es un género literario tan válido como cualquier otro, y por lo tanto, se merece el respeto de todos. Puede no gustar, pero eso no le quita valor a sus obras.




Interactuamos con un público maravilloso, nos divertimos y pasamos una tarde increíble.



Además, gracias a la nueva librería online “Libros Paraíso Romántico”, todo el que quiso pudo adquirir su ejemplar favorito y llevárselo dedicado por la escritora…



Desde aquí les hablo de dos personas, Noelia y Ana Belén, que se han unido para crear esta librería virtual dedicada a la novela romántica, dando prioridad a las escritoras españolas, y colaborando en eventos y presentaciones. 

Pueden comprar las novelas de manera cómoda y recibirlas en casa. Es muy sencillo y hay venta nacional e internacional. Les dejo el enlace para que puedan visitarlas…  

PINCHA AQUÍ





Con punto final, hubo firmas, fotos, y sobre todo, mucho cariño… 

Para mí particularmente toda una experiencia, que no me cansaré de agradecer, tanto a quienes han contado conmigo, como a Regina y Lucinda, por creer en mí y darme su apoyo. Me defino como aprendiz de escritora, porque eso es lo que soy, y además una privilegiada por poder interactuar con lectoras que como yo, aman la novela romántica.

Como cierre del evento, nos obsequiaron con un hermoso detalle, una libreta para que la llenemos de historias...






Una vez que prácticamente nos echaron del Centro Cívico sobre las 10 de la noche, porque si no nos quedábamos a dormir allí encerradas… (es una broma), nos fuimos a comer unas tapitas muy bien acompañadas y nos despedimos hasta la próxima, que será en Tarifa el día 3 de mayo a partir de las 10 de la mañana. ¡Están todos invitados!

















Para terminar, solo me queda reiterar mi agradecimiento a los organizadores y a los asistentes.

Elizabeth, Lucinda, Ana Belén, Regina, Noelia y Chloe



viernes, 11 de abril de 2014

BOOKTRAILER DE SOLAMENTE TÚ...


HOY, AL DESPERTARME ME ENCONTRÉ ESTA MARAVILLOSA SORPRESA... MI QUERIDA AMIGA Y COMPAÑERA DE LETRAS PILAR NIEVA, ME HA HECHO ESTE PRECIOSO BOOKTRAILER PARA LA HISTORIA DE MARIO Y PILAR.





¡¡¡GRACIAS AMIGA!!!


martes, 8 de abril de 2014

TU OPINIÓN CUENTA.


Gracias a todos los que siguen mi novela, solo decirles que todas las opiniones, recomendaciones, críticas y demás... para mi son muy importantes, porque me dan fuerzas para continuar...

Por eso, tengan por seguro que son parte importante de la creación de mis historias, porque me dan el empuje que a veces me falta...

Gracias por vuestro tiempo...


domingo, 6 de abril de 2014

SOLAMENTE TÚ... CAPÍTULO 1



Madrid, marzo de 1997

El día amaneció soleado en la capital, el aire empezaba a oler a primavera, Pilar se despertó temprano como todos los días, y se preparó un café mientras contemplaba las calles de Madrid por la ventana de su apartamento. Aún se sentía extraña al no tener compañeras de piso, sus amigas Lola y Rocío se habían unido a su aventura, y las tres se fueron a vivir a Madrid hacía casi cinco años; pero ellas se enamoraron y se casaron una detrás de la otra, dejándola sola. Así llevaba dos años, viviendo sola, lo que por un lado era bueno, porque podía traer a cualquier hombre a casa, y por otro no tan bueno, sobre todo cuando las extrañaba como en ese momento.
Terminó de tomarse el café y miró la hora, aunque era sábado siempre se despertaba temprano. Se dirigió a su cuarto y, antes de entrar al baño para darse una ducha, se detuvo al lado de su cama.
―Leo, despierta. ―Lo sacudió por el hombro para despertarlo―. Venga, guapo, que ya es de día y yo tengo cosas que hacer ―dijo mientras lo zarandeaba.
Él se removió en la cama medio gruñendo, y abrió los ojos para encontrarse con los de Pilar que lo miraban con cara de pocos amigos.
―Pili, reina, que es sábado, por qué no vuelves a la cama y jugamos ―insinuó sonriendo.
―Puede que sea muy tentadora la invitación, pero resulta que tengo un compromiso para comer y no me gusta llegar tarde. Así que lo dejaremos para otro día, levántate si quieres usar el baño, si no, te vistes y te marchas.
Refunfuñando Leo se levantó gloriosamente desnudo, cosa que Pilar aprovechó para admirar; él recogió su ropa esparcida por el suelo y entró en el baño. Mientras esperaba a que terminara, Pilar se puso a airear la cama y abrió la ventana para que entrara aire fresco en la habitación. Leo apareció vestido y con la cara despejada, la abrazó por detrás y empezó a darle pequeños besos en el cuello.
―Eres muy dura, mira que despertarme a estas horas, después de la noche que hemos pasado ―murmuró sobre su cuello.
―Mira, Leo, lo hemos pasado muy bien juntos; pero no te equivoques, yo decido cómo, dónde, y hasta cuándo.
Se separó de él y lo miró fijamente, no le gustaban tantos arrumacos por parte de los tíos. Ella era pragmática, cuando le echaba la mirada a uno iba a por él, lo pasaban de lujo y cada uno por su lado, si quería, volvían a repetir, si no, puerta.
―Eres muy fría, todo un contraste a como eres en la cama ―afirmó.
―Esa soy yo. Y ahora te agradecería que te marches, que se me va ha hacer tarde, y odio la impuntualidad.
―¿Me llamarás?
―Quizás, nunca hago promesas que no pueda cumplir.
Lo acompañó a la puerta y se despidió de él, al volver a su cuarto cogió su bolso y sacó la tarjeta donde había apuntado su número de teléfono. «Una lástima que seas un pesao, con lo guapo que eres; al menos serás un lindo recuerdo», se dijo Pilar mientras rompía la tarjeta.


Un sonido estridente lo sacó de un profundo sueño, Mario cogió la almohada y se tapó la cabeza para dejar de escuchar el molesto timbre del teléfono. Le martilleaba el cráneo, anoche se había pasado de copas y, ahora, solo pensaba en dormir hasta recuperarse.
Al parecer alguien tenía otros planes para él, maldiciendo se levantó completamente desnudo y se dirigió al salón contestando el teléfono de mala manera.
―¿Quién narices me despierta a estas horas?
―¡Mario Alcalá!, esa es la educación que te di.
―Mamma, perdona, pero es que me pillas en mal momento ―contestó más tranquilo.
De pronto se sintió violento al estar hablando con su madre completamente desnudo, era una tontería porque ella no podía verlo , pero no podía evitarlo, así que sentó en el sofá y se tapó sus partes intimas con un cojín. «Sí mis hermanos me vieran en este momento, se reirían de lo lindo», pensó.
―¿Me estas escuchando, figlio? ―preguntó Isabella impaciente.
―Perdona, es que estoy aún medio dormido, repíteme lo que me decías, mamma.
―Te estaba recordando que hemos quedado para ir a comer todos a casa de Paolo y Carmen, ¿lo habías olvidado? Nos invitó el domingo pasado, el día del bautizo de la pequeña Daniela.
―Mierda, lo olvidé.
―¡Mario!, esa boca. Mira, será mejor que te des una ducha para despejarte, porque estás siendo muy grosero y sabes que no lo soporto.
―Sí, será lo mejor, mamma. Lo siento mucho. ¿A qué hora hemos quedado?
―A las dos, así que espero que no llegues tarde, aunque viniendo de ti… sería un milagro.
―Lo sé, mamma. Soy un impuntual, que le vamos a hacer, nadie es perfecto.
―Dejemos el tema de las perfecciones, porque creo que saldrías mal parado figlio; intenta, al menos, no llegar muy tarde.
―Un beso, lo intentaré. ―Colgó el teléfono y echó la cabeza hacia atrás en el sofá.
No tenía muchas ganas de una reunión familiar, no porque no adorara a su familia, sino, porque estaba agotado y necesitaba descansar, la noche había sido muy larga. Pero al parecer el descanso iba a tener que esperar.
Se levantó, soltó el cojín con el que se había estado tapando y se dirigió al baño para intentar ser persona.


Había amanecido un sábado esplendido en la capital, que invitaba a salir y disfrutar del día; la temperatura era tan agradable que Pilar había decidido caminar tranquilamente, para dejar que los rayos del sol acariciaran su rostro. Lo que más echaba de menos de su Málaga querida, era la playa y el clima.
 Estaba impaciente por que llegara el lunes; según Ezequiel, la reunión era muy importante. Paolo tenía que hablarles de un cambio. «¿Qué cambio sería?, había repasado los planos y todo estaba perfecto para empezar a tirar paredes inmediatamente, es más, ya iban retrasados en el comienzo», pensaba mientras caminaba.
Como el tiempo acompañaba, después de un paseo en metro, estaba caminando por las calles del barrio Buenavista, de Carabanchel; había quedado con las chicas en casa de Rocío, tenían planes para esa noche. En el portal del edificio se encontró con Auxi y Pepa.
―Hola chicas.
―¡Pili!, bruja, ¿dónde te metes?, estas más perdida que el barco del arroz ―dijo Pepa.
―Niña, una pechá de curro que ni te digo ―explicó Pilar―. ¿Y ustedes que se cuentan? ―preguntó mientras subían a casa de Rocío.
―Pues nada nuevo, trabajar, salir y ver si aparece nuestro príncipe ―respondió muy suelta Pepa.
―¿Y tú Auxi? Estas muy callada.
―La Pepa ya habla por las dos, no te parece ―afirmó riendo.
―Mira niña, menos guasa con la Pepa, que yo soy mucha Pepa.
Las tres empezaron a reír a carcajadas cuando la puerta del ascensor se abrió y Rocío y Lola las estaban esperando en el rellano.
―Vaya, pero mira que alegres vienen estas hoy. ¿Qué pasa? Les ha tocado la lotería ―comentó Rocío.
―No caerá esa breva ―soltó Pilar con un suspiro.
Las chicas se saludaron entre ellas, hacía semanas que no se reunían las cinco. Entraron en tropel a casa de Rocío y se pusieron cómodas en el salón, mientras Lola buscaba unas cervezas para todas.
―Rocío, ¿dónde está el santo de tu marido? ―preguntó Auxi.
―Se fue con sus amigos a jugar al futbol. Así que tenemos la casa para nosotras.
―Genial, y qué vamos a hacer, ¿salimos en plan picoteo o a comer en plan restaurante? ―indagó Pilar.
En ese momento entraba Lola con las cervezas en una bandeja y contestó por las demás:
―De picoteo.
Las chicas cogieron sus bebidas y alzaron los botellines en forma de brindis.
―Por el quinteto las brujas, que estemos juntas durante muchos años ―manifestó Rocío.
―¡Por las brujas! ―gritaron las demás.
Entre risas bebieron y planificaron el día, se irían de picoteo por algunos bares de la zona. Por la noche saldrían a festejar que hacía tres años, Rocío, Lola y Pilar habían conocido a Auxi y Pepa en el pub discoteca Las brujas, un lugar encantador, decorado con brujas que les regalaban los clientes al dueño. Desde esa noche, se hicieron amigas y siempre se reunían ahí cuando salían de marcha, era la primera parada obligatoria de cualquier noche, y de esa, con más razón.


Paolo pensaba en todo el trabajo acumulado que tenía, no podía continuar así, necesitaba reorganizarse para poder dedicarle más tiempo a su familia. Eso era lo más importante para él, su prioridad absoluta. Miraba por las puertas cristaleras del salón como todos estaban disfrutando de un hermoso día; y en cuanto llegará el impuntual de su hermano, podrían empezar a comer.
Una sonrisa se dibujo en su cara al ver a su madre haciéndole carantoñas a la pequeña Daniela, su hija era un ángel, con sus poco más de dos meses, era todo sonrisas.
—Paolo, mi amor, ¿en qué piensas? —preguntó Carmen, entrando en el salón.
—En todo el trabajo que tengo, los preparativos de la boda, el viaje… —La miró fijamente—. Creo que voy a pasarle la obra del hotel Princesa a Mario, no puedo dedicarle el tiempo que se merece. Es un proyecto que me gusta mucho, pero más importante es nuestra boda —dijo con una sonrisa.
—¡Paolo Alcalá!, ¿estás seguro de que es solo por eso? —preguntó dudosa—. No estarás pensando en divertirte a costa de tu hermano.
—¡Divertirme! —exclamó con fingida inocencia.
—Te conozco…, llevas tiempo queriendo presentarle a esa decoradora, Pilar Merchán.
La sonrisa de Paolo no tardó en aparecer en su rostro, se acercó a Carmen y la abrazó fuerte.
—Que bien me conoces ya, mia fatina. Pero…, no solo es por fastidiar a mi hermano, también quiero tener tiempo para mi familia, y con tantos proyectos a mi cargo no lo tendré. Así que es un poco de todo —confesó.
—¿Estás seguro de que esos dos no se matarán vivos? Por lo que me has contado de esa mujer, es de armas tomar y bueno… tu hermano es un encantador de serpientes.
—Matarse no sé, lo seguro es que habrá enfrentamiento, eso puedes apostarlo. Yo espero no perderme muchos; además, Mario necesita que le bajen un poco los humos de gran conquistador que tiene, ¿no crees? —comentó Paolo riendo.
—Pues la verdad es que no le vendría nada mal que alguna mujer lo pusiera en su sitio —afirmó risueña Carmen.
—¿Cuál es el chiste, chicos? —preguntó Mario, que acababa de llegar.
Ambos se giraron al verlo y no pudieron contener las carcajadas. Mario se quedó mirándolos con mala cara, no le gustaba que se rieran a su costa. «¿Qué se traerían entre manos?», pensó.
―¿Me lo van a contar o no? ―indagó serio.
―El chiste hermanito es tu cara y tu puntualidad. Venga vamos a comer, que estábamos esperando por ti.
―¿Qué tiene mi cara de gracioso, fratello?
―Tienes un careto de resaca que no te lo quita nadie, y lo gracioso va a ser verte aguantar el sermón de la mamma. ―Paolo se iba riendo junto a Carmen, mientras empuja a su hermano hacia el jardín.
―Joder, no me hables de mamma, que ya está bastante molesta conmigo hoy.
―¿Por qué?
―Porque le hable mal por teléfono, me despertó temprano y como has comprobado estoy hecho una mierda.
―Eso te pasa por estar hasta las tantas en la calle, mucha fiesta y mujeres, así que ahora no te quejes.
―Por cierto, ¿de qué me querías hablar el otro día?
―Del proyecto princesa, pero te lo contaré en la sobremesa, ahora vamos a comer.
Se unieron a todos en el jardín, Mario sentía la cabeza embotada y aunque intentó divertirse su cuerpo no lo acompañaba. Para rematar como bien dijo su hermano, mientras comían tipo buffet, tuvo que aguantar la regañina de su madre y su mala cara. Lo que aprovecharon sus hermanos para reírse a su costa. «¡Mierda de resaca!», pensó.
Enfurruñado como un niño pequeño, dejó a los demás y se acercó a los niños. Se sentó junto al cochecito de su ahijada, la princesa dormía como un angelito, que envidia le daba; ya le gustaría a él echarse una cabezadita.
Su móvil lo sacó de sus ensoñaciones con maravillosas siestas al aire libre.
―Hola.
―Mario, tío. Te llamo para invitarte esta noche a unas copas, no reunimos los de siempre.
―No sé Miguel, estoy agotado, hoy me ha tocado madrugar y no sé a qué hora podré escaparme de la familia.
―¡Joder tío!, venga anímate, Paco quiere llevarnos a un pub llamado las brujas, dice que está muy bien.
―¡Las brujas!, solo con el nombre me dan escalofríos, quita, quita. Hoy paso, estoy muy cansado. Lo dejamos para otra noche, lo siento Miguel, no estoy para otro trasnocho.
―Pues tú te lo pierdes, ya te contaré que tal es el lugar. Hablamos, tío.
Mario se despidió y se estiró en el sillón, cerró los ojos mientras el calor de la tarde lo iba adormeciendo.
―¿Se está a gusto aquí, verdad, hermano? ―preguntó Paolo sentándose junto a él.
―Se estaba. Tú has llegado para fastidiarme la siesta ―contestó con un gruñido y sin abrir los ojos.
―Quería aprovechar ahora que están todos tranquilos para hablarte del proyecto.
―Tú dirás.
―Mario, tú me has ayudado con todos los diseños y conoces la obra tanto como yo, necesito que te hagas cargo de ella, personalmente. Tengo que terminar unas ya empezadas y entre la mudanza, la niña y ahora los preparativos de la boda, llevo retraso de todo y no puedo seguir así. Además, quiero tiempo para estar con mi familia, y con esa obra no lo tendré apenas.
Al escucharlo se incorporó en el sillón y abrió los ojos sorprendido, su hermano adoraba ese edificio, decía que guardaba una historia trágica. Para renunciar a él debía estar bastante agobiado.
―Estás seguro, sé que sientes algo especial por ese proyecto. ―Mario se pasó las manos por el cabello―Lo tuyo te costó conseguirlo.
―Es cierto, pero más adoro a mi familia, es así de simple.
―Te entiendo ―afirmó Mario con una punzada de envidia. «¿Cómo sería querer así y, sobre todo, ser correspondido?», se preguntaba.
―Este lunes, a las 9:30 de la mañana, tengo una reunión con Ezequiel y Pilar para informarles del cambio, necesito que estés allí. Quiero presentártelos y aprovechar para poner al día la agenda de trabajo, la obra ya debería haber empezado.
―Al fin conoceré a la mujer de hielo. ¿No es así como dicen que la llaman?
―Mario, espero que te comportes. Es una mujer encantadora aunque muy directa, no se calla lo que piensa, sea bueno o malo.
―¡Tranquilo! ―exclamó alzando las palmas en señal de rendición.
―Es que te conozco, fratello, y tú tampoco eres de los que te callas.
Empezó a reírse al escuchar a su hermano, la tarde había pasado de aburrida a muy interesante en cuestión de segundos. Tenía muchas ganas de conocer a la señorita Pilar Merchán, cuando cerraba los ojos podía ver en su cabeza ese movimiento sensual de caderas al caminar.
No esperaba el momento para poder verla cara a cara, no entendía el motivo de su impaciencia. Después de escuchar hablar tanto de ella, sentía unas ganas tremendas de conocer a esa fierecilla indomable.
―Allí estaré, hermanito ―afirmó con una sonrisa en los labios.


Pilar se dirigía a la reunión con Ezequiel y Paolo; este último quería hablarles de un cambio de última hora. Además, querían aprovechar para fijar la agenda de trabajo a seguir ya que iban retrasados. Esa sería la segunda reunión que mantendría con ellos. Ese era un proyecto de gran envergadura porque, menos la estructura principal del edificio; todo lo demás se iba a tirar abajo.
Aunque como norma general siempre contrataba a su equipo para cualquier reforma, en este caso había sido el dueño quien los había contratado por separado. A Pilar como la decoradora, y a la constructora Bernardí para la reforma del edificio. Estaba tranquila porque Paolo le había caído muy bien y sabía que se entenderían sin problemas, lo que para ella era muy importante.
Mario llegaba tarde a la reunión sobre el proyecto princesa. Al fin conocería a esa mujer, estaba intrigado, algo poco común en él. Según la información obtenida, la señorita Merchán tenía un estudio de decoración con mucho prestigio, era muy profesional y exigente. Algunos decían que era fría como un tempano de hielo.
Corriendo por el hall del edificio consiguió detener, en el último segundo, la puerta del ascensor que se cerraba. Entró con el cabello revuelto y agitado debido a la carrera.
―Buenas días y gracias por parar el ascensor ―dijo entrecortadamente.
―Buenas días ―contestó una mujer.
Mario se fijó descaradamente en la morena que tenía delante, era impactante. «Lástima que todo el conjunto lo estropeé ese semblante serio y esa cara de mala leche.» Pensó sin dejar de mirarla. Algo en ella le resultaba familiar, pero estaba seguro de que si la hubiese visto antes no la hubiese olvidado.
Pilar estaba contando mentalmente, todo para no soltar ninguna de sus borderías habituales; solo que el imbécil que tenía a su lado se la estaba jugando, «¡se puede saber qué narices mira!», se decía ella a sí misma. Decidió en ese momento ser descarada como él y devolverle la mirada, así que giró la cara hacia y le clavó los ojos, fijamente.
Sorprendido por la reacción de la mujer, Mario le sostuvo la mirada, a la vez que una sonrisa pícara se dibuja en su cara, «es preciosa, pero tiene un carácter de mil demonios, la diablilla.», se decía a sí mismo; por otra parte, Pilar se estaba mordiendo la lengua para no decirle donde podía meterse esa sonrisa.
Ambos se estaban midiendo como si estuviesen en un ring de boxeo, se taladraban con la mirada, y dentro del ascensor crecía una tensión que se podía cortar con un cuchillo. Mario se estaba divirtiendo de lo lindo con la diablilla mala uva, era de armas tomar y, si no se equivocaba, estaba a punto de explotar por aguantarse las ganas de gritarle.
―Respira, diablilla, no te vayas a desmayar ―comentó riendo.
―¡¿Qué me has llamado?! Imbécil ―gritó alterada.
―¡Vaya!, que carácter tienes, diablilla. ―La miró sonriendo, porque sabía que la estaba molestando.
―¡Mira, guapo!, primero, no me llamo diablilla, segundo, no me mires y, tercero, piérdete ―contestó furiosa, señalándolo con el dedo.
En ese momento el ascensor se detuvo y empezaron a abrirse las puertas. Antes de que Pilar saliera, Mario se acercó y agarró el dedo índice con el que ella le apuntaba; se lo metió en la boca y le dio un ligero mordisco. Estupefacta, no reaccionó hasta que él la había soltado. Saliendo del ascensor se giró y le dijo:
―Al menos tu veneno no mata… hasta otra, diablilla. ―Le guiñó un ojo y se alejó riendo a carcajadas.
Aturdida, Pilar salió del ascensor sintiendo como su corazón latía acelerado. Aún no podía creer que ese imbécil se hubiera atrevido a morderle un dedo. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar la sensación de su boca y, luego, sus dientes presionando con suavidad sobre su piel. Ese descarado no solo la había mordido, sino que también le había lamido el dedo con la lengua.
Necesitaba calmarse antes de encontrarse con los demás; se dirigió con paso decidido hacía los servicios, entró y  se miró al espejo sorprendiéndose al verse tan alterada. Sus ojos brillaban y sus mejillas estaban sonrojadas, no lo entendía. Ella jamás había reaccionado así ante un hombre. «Fue porque me pilló desprevenida, eso fue, no me esperaba ese comportamiento por parte de un extraño, era eso». Pensaba Pilar mientras se refrescaba el cuello y las muñecas, inspiró con fuerza, necesitaba volver a ser la de siempre.
En el despacho de Paolo, Ezequiel estrechaba la mano de Mario; estaba sorprendido por el cambio sugerido, aunque después de escuchar las explicaciones de Paolo lo entendía perfectamente y lo apoyaba en su decisión. Además, él era de los que pensaba que las cosas pasaban por algo. El hermano de Paolo le gustaba, tenía una mirada abierta y franca, además de ese toque pícaro que lo hacía sonreír, estaba convencido de que entre Pilar y Mario, habría más que palabras.
En ese momento tocaron a la puerta, Paolo invitó a entrar y la secretaria abrió y entró acompañada de Pilar Merchán.  Mario estaba mirando por la ventana sentía ganas de girarse a verla, pero algo lo detuvo. Esperó a que la puerta se cerrara y muy despacio se giró, sus ojos se abrieron sorprendidos al comprobar quien era la famosa decoradora. Ella aún no se había percatado de su presencia, estaba saludando a Paolo y a Ezequiel.
―Pilar, permíteme presentarte a mi hermano Mario; él nos acompaña hoy porque es el cambio del que quería hablar con ustedes ―explicó Paolo.
Ella se giró con una sonrisa hacía donde le habían indicado y, su cara, se quedó petrificada cuando vio de quien se trataba.
―¡Tú! ―gritó alterada, sin dejar de mirarlo a los ojos.





[1] Expresión gaditana que nació de las leyendas urbanas sobre un barco cargado de arroz que nunca llegó al puerto de Cádiz.
[2] Pechá: Mucho
[3] Curro: Trabajo
[4] Guasa: Broma, cachondeo, pitorreo.
[5] Expresión muy usada que significa, que es algo bastante improbable e inalcanzable.

sábado, 5 de abril de 2014

SOLAMENTE TÚ... PRÓLOGO



Málaga, 1978

—¿Dónde está mi gitanilla hermosa? —preguntó Andrés entrando por la puerta de su casa—. Pilar, muñeca, luz de mis ojos, ven con papá.
Andrés se detuvo frente al enorme espejo de la entrada, se miró de arriba abajo y sonrió complacido.  Era guapo y siempre iba de punta en blanco, para él era muy importante estar siempre bien vestido, realzar sus mejores rasgos. Pero sobre todo, rodearse de cosas bellas, porque pensaba que era lo menos que se merecía.
Su mujer Perla, era como su nombre, hermosa como una perla, delicada y tímida; aunque últimamente se estaba abandonando. Andrés la había elegido de entre todas las mujeres de sus alrededores, él se merecía lo mejor, siempre lo mejor. Y ella lo había complacido en estos casi 12 años de matrimonio, pero ahora, quien lo tenía encandilado y a quien lucía orgulloso por la plaza la Merced, era a su querida Pilar.
Su hija fue un regalo maravilloso, una combinación perfecta de su madre y él. El único fallo era que había salido con un carácter endemoniado y muy aficionada a leer y estudiar. Andrés no entendía por qué tenía que preocuparse por estudiar, si con su belleza podría conseguir lo que se propusiera.
Dejó de contemplarse y continuó hacía el salón, le extrañó que Pilar no fuera a su encuentro. Al entrar se encontró con su mujer, cada día estaba más apagada, el abandono había mermado su belleza, y a él ya no lo atraía para nada. Hacía tiempo que no la invitaba a salir, no quería que nadie lo viera junto a una mujer tan dejada, «una verdadera lástima», pensó.
—¿Dónde está mi gitana?
—En casa de su amiga Rocío. Tienen que terminar un trabajo para el colegio —respondió Perla mirándolo con indiferencia.
Andrés frunció el ceño molesto, su hija estaba creciendo con rapidez, ya tenía diez años, y pronto dejaría de ser su pequeña.
—Cuando llegue dile que me busque en la sala de pintura, voy a trabajar un rato. —Se giró y cuando iba a salir miró a su mujer por encima del hombro—. Por cierto, a ver si te arreglas un poco, cada día estás más descuidada.
Se fue sin esperar replica de su mujer, está al verlo marcharse empezó a llorar desconsolada. No soportaba ver como lentamente iba minando su confianza y su autoestima. Desde hacía tiempo que había pasado de ser lo mejor en su vida, a ser solo un cero a la izquierda.
—Mamá, no llores más, por favor —susurró Pilar, que había presenciado la escena entre su padre y su madre.
—No te preocupes Pili, cielo, no es nada. Ve a ver a tu padre al estudio, te está esperando.
—No quiero ir, mamá. Solo quiere que me siente a posar para sus estúpidos cuadros. No le interesan las cosas que le digo, ni le interesan mis notas… no le importo. Solo me quiere para usarme de modelo, y alardear delante de sus amigos… ¡Estoy cansada! ―gritó furiosa, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
―Cariño, has un esfuerzo, tu padre te adora, a su manera, pero te quiere hija ―comentó Perla abrazándola contra su pecho.
―Lo haré por ti, solo por ti, mamá. ―Se secó las lágrimas con el pañuelo que le dejó su madre.
Pilar fue a regañadientes al estudio de su padre, nada más entrar, Andrés se acercó a ella y le dio un beso.
―¿Cómo está mi gitanilla hoy?
―Bien papá. Mamá me ha dicho que querías verme.
―Sí, quiero que poses para mi otra vez.
―¡Papá!, sabes que me aburre.
―Antes no te aburría, antes te gustaba cuando te pintaba y te lucía por todas las calles del centro, cuando te llevaba de paseo con tu vestido más lindo y todos te admiraban al pasar ―dijo Andrés con el ceño fruncido.
―Papá, antes era pequeña... ahora me gustan otras cosas.
―Pilar, hija, ven y siéntate. Escúchame, con tu belleza podrás conseguir lo que te propongas, serás la mujer de algún millonario que te colmará de caprichos.
―No es ese mi sueño, papá.
―Aún eres muy pequeña para hablar de sueños. Anda, se buena con papi y déjame que te pinte un rato.
―De acuerdo ―dijo con tristeza Pilar, mientras miraba como su padre se disponía a inmortalizarla una vez más.


Málaga 1988

Se dirigía con prisa a la cita que tenía todas las semanas con su padre. Desde hacía 6 años que sus padres se habían divorciado; éste había dejado a su madre por una mujer mucho más joven que él, veinte años más joven. Lo que dejó a Perla hundida, acabando así con la poca autoestima que tenía, pero gracias a Dios eso pertenecía al pasado. Ahora su madre estaba felizmente casada con Eugenio y tenía un hijo, su pequeño Oscar de tan solo un añito, él era la alegría de la casa. Pilar era muy feliz al ver a su madre otra vez sonriendo y sobre todo, al ver como la quería y respetaba Eugenio.
A lo lejos vio a su padre sentado en la terraza de una cafetería, siempre quedaban en el mismo sitio, en la famosa plaza la Merced. Cada vez que iba a esa cafetería recordaba cuando era muy pequeña y su padre la llevaba engalanada con su mejor vestido, luciéndola como si de un objeto valioso se tratara. Cuando fue consciente de lo que hacía, ella empezó a odiar esas salidas, y cuando dejó a su madre se negó a salir con él. Sabía que su padre no era mala persona, pero era muy egocéntrico y egoísta.
―Hola, papá ―dijo nada más llegar a su mesa.
―Hola gitana, llegas tarde ―afirmó molesto, mientras se levantaba para darle dos besos―. Déjame verte, cada día estás más guapa. Podías haber sido una modelo famosa si hubieses querido.
―No empecemos con esa cantinela otra vez, por favor.
―Vale, vale, hija. Ojú[1]que carácter tienes, Pilar ―contestó irritado.
―Y tú deja de ser tan pesao[2],papá.
―¿Cómo está lo más guapo de to Málaga? ―interrumpió Pepe, el dueño de la cafetería.
―Hola Pepe, tú como buen andaluz siempre exagerando ―respondió con una sonrisa.
―De eso nada mi niña, eres lo más guapo que han visto mis ojos, y mira que han visto mucho.
Pilar empezó a reír a carcajadas, le encantaba Pepe, era un hombre simpático y cariñoso que ella conocía desde pequeña.
―Pepe, ¿qué tal está tu nieto?
―Mi chavea[3]es todo un granuja, mi Antoñito es más listo que su abuelo ―explicó guiñándole el ojo―. ¿Qué van a tomar hoy?
―Un par de cervezas fresquitas y algo para picar ―contestó Andrés.
Una vez solos, ambos se quedaron callados mirando hacia la plaza, cada uno con sus recuerdos de años vividos. Para Pilar eran recuerdos agridulces, pero a pesar de muchas cosas, le traían añoranzas, sabía que a su manera su padre la quería.
―Pilar, quería hacerte una pregunta… la semana pasada te llamé a casa y contestó tu madre, hablamos un poco y me dijo que tienes planes de irte a vivir a Madrid. ¿Puedo saber que se te ha perdido en la capital? ―inquirió bastante molesto.
―Lo primero, es que no se me ha perdido nada, y lo segundo, es mi vida y soy mayorcita para tomar mis decisiones.
―No me hables así, soy tu padre. ―Se pasó la mano por el cabello con expresión de cansancio―. Hija, solo quiero saber el motivo.
―Pues entonces has la pregunta con propiedad. El motivo es simple, quiero ser una decoradora de interiores reconocida, y Madrid es una ciudad importante donde puedo aprender y quizás en un futuro tener mi propio estudio de decoración.
―Podrías irte a Marbella, una zona turística con muchos guiris[4]a los que les gusta tener su casa muy bien decorada.
―Lo pensé en su día, pero no es lo que me apetece.
―¿Y ese chico con el que sales, el tal Fran?
―Papá, parece que piensas que me voy a marchar mañana mismo. Es un plan a largo plazo, ahora estoy aprendiendo y disfrutando con ello… ya veré cuando es el momento de cambiar ―explicó Pilar con paciencia.
―Vale entonces, pero no me has contestado, ¿qué tal con ese chico?
―Bien, que quieres que te cuente.
―No me gusta, ya lo sabes. No es para ti, no te valora.
―¿En qué sentido no me valora? ―preguntó asombrada.
Pepe interrumpió la charla entre padre e hija, dejando en la mesa las cervezas y un picoteo para acompañar las bebidas. Ambos bebieron un sorbo porque tenían sed, el tiempo era caluroso para estar solo en mayo.
―En todos los sentidos, ni como mujer, ni como persona. Para ese chico eres un juguete hija, te está usando, te lo digo yo.
―¿Es que acaso eres un experto, papá? ―preguntó bastante molesta, como se atrevía él a hablar de usar a la gente, precisamente él.
―Enfádate lo que quieras, pero sé que tengo razón; no es el primer desengaño que tienes, pero creo que con este vas a sufrir más que con ninguno.
Pilar se terminó la cerveza y cogió su bolso de la silla de al lado, no tocó nada de lo que estaba en los platos. Miró a su padre con rabia, sus ojos brillaban de indignación, siempre tenían que terminar discutiendo. Se levantó y le dijo antes de marcharse:
―Es cierto, el no fue mi primer desengaño, el primero fuiste tú.
Se fue sin mirar atrás, Andrés se quedó con la boca abierta ante las palabras tan hirientes de su única hija.
Llegó a su casa, y dio gracias de estar sola, no quería que su madre viera lo alterada que estaba después de ver a su padre. Nunca cambiaría, siempre igual, solo la fachada exterior era lo que importaba. Su pasión por plasmar la belleza en sus cuadros, había llevado a su padre al convencimiento de que eso era lo más importante. Pilar sabía que lo había hecho sufrir cuando se negó a verlo, después de que las abandonase a ella y a su madre. Estuvo casi cuatro años sin querer saber nada de él. Si se lo encontraba en la calle, seguía de largo con sus amigos y no lo miraba si quiera; fue muy doloroso todo lo que vivió.
El teléfono de casa empezó a sonar sacando a Pilar de sus recuerdos, bajó al salón y contestó:
―Hola
―Pilar, es urgente, ven enseguida a la calle larios, estamos en el bar de siempre.
―¿Qué pasa Lola? Me estás asustando.
―Es Fran… no va a gustarte nada. Cuando llegues entra y gira a la derecha, hazlo rápido para que no te vea. Aunque con la cogorza[5]que tiene encima, no creo ni que se fije en ti.
―Voy enseguida.
Cortó la llamada, subió a su habitación se puso los zapatos, cogió su bolso y se fue a ver a sus amigas.


Se bajó del taxi y entró rápidamente en el bar de siempre, a la derecha divisó a Lola y Rocío. Se sentó junto a ellas y les preguntó:
―¿Qué pasa?
―Míralo tú misma ―contestó Rocío.
Pilar buscó con la mirada aquello que según sus amigas tenía que ver, sus ojos se agrandaron como platos cuando vio a Fran, su Fran, con su amiga Isa sentada en su regazo.
―¡Los mato!, yo me los cargo a los dos ―sentenció Pilar furiosa, las lágrimas pujaban por salir de sus ojos, pero la furia que hervía en su cuerpo las retenía.
―¡Cálmate!, eso no es lo peor, si no todo lo que lleva despotricando ese desgraciado de ti.
―¿De mi? ―Miró a sus amigas sin comprender nada.
Sus amigos lo estaban achuchando para que hablara, y como estaba ciego de alcohol pues largaba por esa boquita como si se estuviera confesando.
Illo[6],Fran, síguenos hablando de tu morenaza.
―Esoo es colega, es mía. Lo que me ha costao conquistarla. Tan estirá y finoli[7]la niña… ja, ja, ja. Me he tragado toassus charlas sobre lo que le gusta y lo que no, sobre sus sueños y demás, to un aburrimiento, todooo con tal de poder llevármela al huerto.
Las carcajadas se escuchaban como estruendos en el bar, todo el mundo estaba prestando oídos a lo que decía Fran, mientras él besaba a Isa. Pilar sintió como su corazón se partía en miles de pedazos al escucharlo. Había entregado no solo su amor, si no, su confianza, algo que ella otorgaba a muy pocas personas. En ese momento regresaban a ella las palabras que su padre acababa de decirle:

―Enfádate lo que quieras, pero sé que tengo razón, no es el primer desengaño que tienes, pero creo que con este vas a sufrir más que con ninguno.

―Pero mereció la pena, ¿no es así Fran? ―preguntó alguno de los que estaba en el bar.
―Y tanto que lo mereció, Pilar es puro fuego chicos, nada de hielo como decían, no, mi chica es puro fuego y me encanta llevarla del brazo y lucirla, que todos me tengan envidia por tener una mujer como esa a mi lado…
Pilar se encaminó ciega de furia hacia Fran, mientras él continuaba hablando. Al llegar frente a él todos se quedaron callados. Isa abrió los ojos asustada, quería levantarse pero Fran la sujetaba fuerte de la cintura.
―¿A dónde vas nena? Aún nos queda mucha fiesta por delante, la tarde es joven y nos queda la noche ―dijo Fran riendo entre dientes―. Como les decía, me encanta saber que todos desearían llevársela a la cama, pero que yo soy el único que lo hace.
En ese momento, el puño de Pilar se estrelló en la cara de Fran dejándolo atontado. La gente se quedó muda observando la escena, Lola y Rocío se acercaron y se pusieron al lado de Pilar.
Fran se incorporó y miró a la persona que le había pegado, cuando reconoció a Pilar, sus ojos se abrieron horrorizados al comprender lo que había estado soltando por esa boca.
―Eres una mierda, y hasta aquí te has reído de mi gilipollas, por tu bien será mejor que me olvides. ―Se giró hacia Isabel―. Y tú eres una zorra, os merecéis los dos, sois tal para cual.
A medida que se alejaba de allí, con sus amigas a su lado, el corazón de Pilar se iba recubriendo de una capa de hielo. Su mirada se volvió dura como una piedra, asustaba ver su expresión siniestra en ese momento.
―Pili, amiga, párate un momento, háblanos ―pidió Lola preocupada.
En medio de la calle, Pilar se detuvo y miró a sus amigas a los ojos; había tomado una decisión:
―A partir de este momento, chicas, usaré mi cuerpo y mi belleza para ligarme a todo tío que me quiera llevar a la cama. Voy a ser como ellos, los voy a usar para mi satisfacción personal. Se acabó Pilar la que da un voto de confianza, la buena, la tonta. A partir de hoy ningún hombre se va a reír más a mi costa.
―¿Y el amor? ―preguntó Rocío.
―El amor conlleva mucho sufrimiento y... estoy cansada de sufrir y de confiar. Al final, la mayoría de los hombres son igual de superficiales.
―Creo que estás exagerando, amiga.
―Para nada, y no quiero hablar más del tema. A partir de hoy, ningún hombre me hará llorar de nuevo ―sentenció Pilar Merchán.





[1] Ojú u Ozú: Expresión andaluza.
[2] Pesao: Pesado
[3] Chavea: niño pequeño en andaluz, lo dicen mucho en Málaga.
[4] Guiris: se les llama a los extranjeros en Andalucía.
[5] Cogorza: borrachera.
[6] Illo: Chiquillo.
[7] Estirada y fina.